En el Jardín de los Escolapios se respira tranquilidad, aunque todavía estemos instalados en el corazón del pueblo. Es uno de nuestros rincones más bellos, utilizado por los tolosarras para descansar y pasear.
Nace a finales del siglo XIX con la implantación de la escuela de Escolapios y da paso a una de las panorámicas más conocidas de Tolosa. El río Oria, el Tinglado, el monte Uzturre... ¡Tolosa recogida en una sola foto!
Aquí concluye nuestro recorrido, no sin antes ofrecer algunas recomendaciones más para disfrutar de nuestro pueblo. Porque son innumerables las opciones que ofrece Tolosa: desde un comercio de primera y una gastronomía de prestigio, a un entorno envidiable. Sin olvidarnos de su amplia oferta cultural y ferias especiales.
Para todo amante del buen comer, los asadores son la joya de la corona. Fue aquí donde se inventó la técnica de la parrilla inclinada, utilizada hoy en todo el mundo. Y qué decir sobre el chuletón… ¡excelente manjar!
Hay más: alubias, piparras de Ibarra, pintxos, tejas y cigarritos, gorrotxas... Se pueden degustar en muchos lugares. Sólo de pensarlo se agua la boca.
Para disfrutar de la naturaleza, te proponemos alcanzar la cima de Uzturre: bien atravesando el barrio de Izaskun, o bien siguiendo el camino que pasa por los restos de la antigua Misericordia y sus pozas. La panorámica no defrauda. Sin ir muy lejos también se puede disfrutar de la tranquilidad en cualquiera de los parques urbanos: Zumardiaundia, Zabalarreta o Elosegi.
Y para más aventura, te proponemos adentrarte en la inmensa y maravillosa Sierra de Aralar por el barrio Bedaio, o recorrer el cresterío del monte Hernio desde Urkizu.
Por lo demás, siempre quedará seguir callejeando. Porque, ¡siempre hay algo que te sorprenda en las calles de Tolosa!
Muchas gracias por venir a conocernos. Y no olvides que tanto la puerta de Castilla y Atauts siempre están abiertas para que vuelvas. ¡Hasta pronto!
Al llegar a la Plaza Lizardi, veremos la fuente situada en el centro de la plaza, un momento ideal para respirar y beber agua. El monumento situado junto a la fuente requiere especial atención, ya que se trata de una escultura dedicada a los agricultores. Las vestimentas de las personas que se representan en este monumento reflejan el carácter y la dignidad de los labradores del pueblo de antaño.
Esta plaza se sitúa en el centro geográfico de Tolosa, y los puentes que pasan por aquí abren el camino hacia los municipios vecinos.
En los siglos XIX y XX, las fábricas de papel de Tolosa producían papel para toda Europa. Producían diferentes tipos de papel, entre otros, papel para escribir y material para imprimir periódicos. La industria papelera se desarrolló gracias a la su ubicación estratégica a orillas del río, con un fácil acceso al agua a lo largo del proceso de producción. Dicen que el agua del arroyo tenía el color del papel producido cada día.
La actividad de estas fábricas fomentó el desarrollo industrial del pueblo, lo que influyó directamente en el crecimiento de su población y en la modernización del pueblo. Hoy en día, a pesar de la desaparición de las papeleras, el monumento y el nombre de la plaza evocan ese próspero pasado.
El nombre de la plaza, rinde homenaje al gran escritor y poeta vasco llamado Xabier Lizardi. Nacido como José María Agirre Egaña en 1896, Lizardi fue una figura de gran influencia en la literatura vasca, renovando la poesía moderna en euskera y dándole un nuevo impulso.
Estamos a punto de llegar a la última parada: el jardín de los Escolapios. ¡Vamos a sacar la foto perfecta de Tolosa!
Si por algo es conocido Tolosa, el motivo serán los Carnavales. Y uno de los principales escenarios de estas fiestas es la Plaza de Toros, nuestra siguiente parada.
Los carnavales de Tolosa son de los más conocidos de Euskal Herria. Se realizan desde principios del siglo XX y gozan de gran prestigio en todo el territorio. Y es precisamente entonces cuando más uso tiene la Plaza de Toros, que casi todas las tardes se llena de gente. La fiesta suele ser colorida, entre disfraces y melodías de charangas.
De esta forma, la Plaza de Toros de Tolosa no se utiliza exclusivamente para la tauromaquia. Otras celebraciones tradicionales de la localidad también han desarrollado su identidad en torno a este lugar, como el deporte rural.
La Plaza de Toros de Tolosa se inauguró en 1903. La plaza presenta características de estilo neomudéjar, con fachada de ladrillo rojo y la especial elegancia que le otorgan los arcos góticos.
Pero la Plaza de Toros de Tolosa no es una plaza de toros al uso. Tiene características especiales, ya que el suelo es de piedra. La arena se utiliza exclusivamente para las corridas de toros. Tiene un suelo adoquinado apto para realizar las antiguas pruebas de bueyes. Hoy, sin embargo, han cobrado más fuerza otros deportes populares. Ocasionalmente, se realizan campeonatos y apuestas de hacha, levantamiento de piedra o pentatlón.
De la fiesta a la tranquilidad, vayamos a la Plaza Lizardi.
Llegamos al edificio Oriaburu a la vez que se termina el paseo San Francisco. Se trata de uno de los 50 edificios con denominación de patrimonio municipal. Entre las entidades que tienen su sede allí se encuentra, entre otras, la asociación de comerciantes Tolosa&Co. La asociación tiene como objetivo promover y revitalizar el pequeño comercio de Tolosa a través de numerosas iniciativas y actividades, y el edificio Oriaburu se ha convertido en el centro neurálgico de todas ellas.
En Tolosa el comercio tiene mucho peso, es el centro del comercio en toda la comarca y se ha convertido en uno de los principales motores de su economía. Existe una amplia red de pequeños y medianos comercios; este es el centro neurálgico del comercio de Tolosaldea y el sector comercial local tiene una gran repercusión en la vida económica de la comarca.
Siendo el lugar donde se reúnen los pequeños comerciantes, el pueblo está lleno de una gran vitalidad que nace precisamente de establecimientos pequeños y familiares. Es más, este tejido de pequeño comercio sirve para mantener el carácter particular del pueblo, con sus productos y servicios locales.
Si te acercas al río desde el edificio Oriaburu, verás el estadio Berazubi, conocido por ser el primer estadio del Estado español. Inaugurado en 1928, ocupa un lugar propio en la historia del fútbol y del atletismo. El estadio Berazubi se utiliza para la disputa de partidos de fútbol y atletismo locales e internacionales. Es un importante punto de encuentro para deportistas y aficionados; este Estadio es testigo de la cultura e historia deportiva de Tolosa.
En las inmediaciones del edificio Oriaburu y del estadio Berazubi, verás que te encuentras en una zona más moderna y residencial de Tolosa. Esta zona refleja el crecimiento urbanístico y el cambio arquitectónico de la villa, con edificios más modernos y nuevos bloques de viviendas. En contraste con los aspectos más tradicionales del pueblo de Tolosa, esta zona ofrece una imagen de modernidad y es una propuesta de futuro, ofreciendo a los ciudadanos espacios de gran calidad de vida.
Giramos a la izquierda en busca del edificio situado en el corazón de los tolosarras: la Plaza de Toros.
Estás ante uno de los edificios más singulares de Tolosa. Está pegado al frontón Beotibar, pero es que, además, no hay otro igual: el edificio que alberga el restaurante Frontón refleja el diseño de vanguardia de principios del siglo XX. Construido en estilo Art Deco, el edificio combina líneas limpias, geometría atrevida y decoración elegante.
De su exterior destacan las principales características de este estilo, como relieves geométricos y formas sencillas pero atractivas. El edificio Frontón es un claro ejemplo de nuestra historia moderna, un magnífico ejemplo del patrimonio arquitectónico de la localidad, que aúna modernidad e historia.
Por su parte, el frontón Beotibar, acoge partidos de pelota profesional, en modalidad de mano o cesta punta. Estos deportes tradicionales forman parte de la cultura de Euskal Herria, y en el frontón el público puede disfrutar de emocionantes partidos, de campeonatos locales como internacionales. Los partidos suelen ser los fines de semana, pero el calendario concreto puede ir variando a lo largo del año, por lo que se recomienda a los visitantes que consulten la programación en la oficina de Turismo para que no se pierdan una experiencia única. Ofrecen una excelente oportunidad para conocer de primera mano la intensa tradición de la pelota vasca.
Construido en 1890 en el mismo lugar que el frontón de los Franciscanos, no adoptó su aspecto actual hasta 1935. El proyecto, obra de Gregorio Azpiazu, representa la arquitectura racionalista y es todo un símbolo del patrimonio cultural de Gipuzkoa.
Saliendo del Frontón, ascendemos por el paseo San Francisco y nos encaminamos hacia la siguiente parada. Pero antes, nos fijaremos en una escultura que nos queda a mano izquierda: ‘Goldea’, de Néstor Basterretxea. Esta escultura, de 2001, es un homenaje a los baserritarras o campesinos vascos. Con ‘Goldea’ que significa ‘arado’, habría tratado de traer al presente una herramienta que fue fundamental en el pasado, para visibilizar así los valores antiguos ante generaciones venideras.
Néstor Basterretxea es un reconocido artista vasco, conocido por su labor en el campo de la escultura y las artes visuales. Desarrolló un estilo personal y un lenguaje visual especial. Tenía una estrecha relación con la cultura y el patrimonio de Euskal Herria. La escultura ‘Goldea’ forma parte de la herencia de un gran artista y del patrimonio artístico de Tolosa.
Recorreremos el paseo de San Francisco hasta llegar al edificio que está al final: el edificio Oriaburu.
Estás frente la iglesia de San Francisco. Situada en el corazón del pueblo, es una iglesia de una sola nave, con bóveda de cañón y un interesante retablo renacentista. Se trata de un espacio vivo que aúna tradición y modernidad, un punto de encuentro entre ciudadanos y visitantes.
La iglesia de San Francisco abrió sus puertas por primera vez en 1587. Está construida fuera de las murallas, en el camino real de Castilla, y desde sus inicios ha tenido una gran importancia en Tolosa. Durante las guerras carlistas sirvió de cuartel, hospital y almacén.
La iglesia de San Francisco cumplió así una importante función militar y estratégica. Allí se atendía a los heridos y se almacenaban armas y provisiones para sustentar la lucha carlista. De ahí que la calle adoquinada que baja a su lado se llame calle Soldadu.
Esta ubicación estratégica le ha permitido ser testigo durante siglos de la fe y cultura tanto del pueblo como de la región circundante. El paseo de San Francisco es uno de los ejes principales de la vida de Tolosa. Este amplio y acogedor paseo ocupa un lugar significativo en las actividades cotidianas de los ciudadanos.
Además de ser un escenario de la vida cotidiana de los tolosarras, también es un espacio donde asiduamente se organizan ferias, festivales y conciertos. El paseo es, además, ideal para recorrer el casco urbano de Tolosa, ya que ofrece una oportunidad única de conocer los edificios históricos y monumentos que hay en la zona.
Hoy en día, la iglesia de San Francisco no es sólo un lugar sagrado, sino también un espacio significativo para la celebración de actos culturales. Aunque la Iglesia mantiene su carácter histórico y artístico, ha acogido nuevos usos, dando una cálida acogida a la comunidad y a los visitantes. Destaca especialmente la celebración allí de los conciertos del Certamen Coral Internacional. La excelente acústica de la iglesia la convierte en un lugar ideal para la celebración de estos eventos musicales.
Además, en la Iglesia se llevan a cabo otras muchas actividades culturales, como exposiciones con conferencias y conciertos, consolidando el papel de este espacio en la vida cultural de Tolosa.
A pocos metros encontrarás nuestra siguiente parada: Frontón.
Nos encontramos en el concurrido paseo San Francisco, que adopta el nombre de la iglesia que la comanda. El templo se construye entre 1587 y 1674, por orden de Pedro de Mendizorroz, quien fuera dueño de este solar contiguo a la fuente Uroinaga. Además de ceder este terreno, pagó mil ducados y una renta anual de otros diez para su construcción.
La iglesia tiene una sola nave, una bóveda de cañón y un interesante retablo renacentista, obra de Anbrosio Bengoetxea. También albergó, durante casi dos siglos, una importante escuela de Teología.
A su alrededor tenía 12.300m² de jardines y huertas. Con la desamortización eclesiástica se construyen en esas parcelas un frontón, en 1860, y utilizando la pared del convento como frontis, y el Archivo Provincial en 1904. Aún hoy existen, por lo que nos podemos imaginar la amplitud de estos terrenos.
El Archivo General de Gipuzko a es el más cercano a la iglesia. Desde 1530 estaba ubicado encima de la sacristía de la iglesia de Santa María, pero al quedarse pequeña, la Diputación encargó este edificio al arquitecto foral Manuel Etxabe. De hecho, se construyó rodeado de jardines por motivos de seguridad. Fue la forma de proteger los documentos, en caso de que algún edificio de alrededor se viera envuelto en llamas.
El archivo tiene capacidad de almacenamiento de 7.100 metros lineales, y entre sus fondos se encuentran documentos de las instituciones del territorio desde el siglo XV al XX.
Antes de seguir adelante, vamos a adentrarnos en el templo que cobró especial importancia por estar justo al lado del Camino Real de Castilla: la Iglesia de San Francisco.
¿Sabías que Tolosa fue capital de Gipuzkoa? Lo fue durante los gobiernos progresistas de entre 1844 y 1854. Es en esa época cuando se decide construir este edificio neoclásico: el Palacio de la Diputación. Está construido en el solar de la casa Barrenatxoenea o Portaletxe, lugar donde antiguamente se erigía la muralla.
El inmueble se levanta con la intención de ser Palacio Foral, aunque nunca llegaría a serlo, ya que las obras finalizaron en 1856, una vez San Sebastián recuperara la capitalía. Ya sin esa función, se ubican allí los Escolapios, donde permanecen hasta 1982. Desde entonces es la Casa de la Cultura Antonio María Labaien, quien fuera el primer escritor de teatro vasco y alcalde de Tolosa durante la segunda República.
Destaca el color amarillo del edificio, aunque tiene miga el asunto: el ayuntamiento, en un principio, no dio permiso para pintarlo de este color, hasta que un estudio demostró que antiguamente la mayoría de edificios lucían de esta forma. Finalmente, se terminó por aprobar su uso, y se dice que desde entonces las casas de la Parte Vieja comenzaron a tener el gran colorido que hoy las caracteriza.
Volvemos a hablar sobre los Sanjuanes. Y es que aquí tiene lugar el ya tradicional baile que brinda la comitiva municipal al pueblo. Primero es el alcalde o la alcaldesa la encargada de bailar el aurresku, y después baila todo el gobierno, con ediles de todos los grupos políticos.
Por último, fijémonos en la escultura que emerge en la mitad de la plaza del Triángulo. Atauts es una obra de acero realizada por el escultor Jorge Oteiza en 1994. En vasco significa puerta (ate) vacía (huts), y en palabras del artista “es una puerta para entrar al pueblo y al país, y conocerlos”. Merece la pena entrar por esa puerta y conocernos, ¿verdad?
Si miras hacia atrás encontrarás un largo paseo: sigamos nuestro recorrido.
Nos encontramos en el primer ensanche de Tolosa: la Plaza Euskal Herria. Se trata de una plaza neoclásica del siglo XIX, que destaca por su amplitud y simetría: cada uno de sus lados mide 50 metros.
Cada lunes se celebraba aquí la feria del ganado. Y hoy en día se ubican los puestos del mercado de los sábados.
El primer edificio que se construye es el Palacio de Justicia, cuya arquitectura dista del resto. Encima del reloj aún se conserva la balanza, símbolo de la jurisprudencia. También es el motivo por el cual la población local sigue llamándola Plaza Justicia. El palacio también fue cárcel, tanto en el siglo XIX, como durante la Guerra Civil.
Aquí encarcelaron al famoso poeta Jose Mari Iparraguirre, por ser autor de canciones que ensalzaban el nacionalismo vasco, como la conocida Gernikako Arbola. Se cree que, durante ese periodo entre rejas, compuso otro popular verso: Nere amak baleki, Si mi madre supiera, dedicado a su madre.
Si traspasar las puertas de este edificio era antes significado de encierro y melancolía, ahora nos traslada al colorido, alegre y mágico mundo de las marionetas. Desde que se remodelara el edificio en 2009, es sede del TOPIC, el Centro Internacional del Títere de Tolosa. Tiene un museo con figuras de todo el mundo, un centro documental, una residencia, aulas y hasta un teatro dedicado a este arte, algo único en Europa. Merece la pena la visita.
También es recomendable recorrer los soportales de la plaza y contemplar las pinturas de los techos, que son obra de cuatro reconocidos artistas locales: Iñaki Epelde, Jose Luis Longaron, Koldo Jauregi y Jose Mari Hernández. Además, alrededor de la plaza se forma un gran ambiente.
Hablando de ambiente: durante las fiestas es otra de las plazas que alberga momentos clave. La más destacable, quizás, durante el Día de San Juan, cuando todas las compañías de escopeteros se reúnen para realizar salvas conjuntamente. Justo antes, los gigantes bailan en la mitad de la plaza, mientras que los cabezudos lo hacen en los balcones del Palacio de Justicia. Una bella estampa, sin duda.
Volveremos a donde hemos empezado, para seguir con el recorrido: a la plaza Triangulo.
Se puede decir que la Plaza Nueva es fiel ejemplo de la transformación que ha vivido Tolosa a lo largo de su historia. Fue la última plaza que se construyó dentro de lo que es la Parte Vieja, por eso se le conoce como Plaza Berria o Plaza Nueva.
Ocupó la zona denominada como Hiribaratzeta, y es que durante el medievo, era zona de huertas muralla adentro. Hablamos de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. Al convertirse en plaza, se volvió espacio comercial y hasta llegó a albergar festejos, como partidos de pelota, danzas, o incluso corridas de toros.
Justamente, el edificio de la cara norte, el que tiene un reloj en lo más alto, se conocía como Casa Toriles, por ser lugar donde se guardaban los toros. Aún así, no es este el edificio original de Toriles, ya que al realizar unas obras para ampliar la plaza en el siglo XIX, la reconstruyeron unos metros más atrás.
Al otro lado, destaca el edificio de Abastos, que sería la segunda casa consistorial, y después alhóndiga. Llegó a tener espacio para casi 50 puestos del mercado. Ahora, en cambio, es una guardería infantil.
Y, cómo no, el kiosko. Merece la pena subir las escaleras y alzar la vista, para contemplar su colorido techo, con murales realizados por el artista tolosarra Iñaki Epelde en el 2002.
Hoy en día es escenario de diversos conciertos.
En el pequeño pasadizo que hay frente a esas escaleras del kiosko, están marcados los niveles a los que llegó el agua en las riadas que han inundado Tolosa en más de una ocasión. ¿Solo el hecho de imaginarse que el agua llegó hasta esos niveles produce una sensación de ahogo, verdad?
Al edificio que forma el túnel, se le conoce como la Casa de las Damas, y era el emplazamiento de otra de las puertas de acceso a la Tolosa amurallada, la que daba al canal Erretengibel.
Por ahí saldremos a la calle Rondilla, y nos dirigiremos a la Plaza Euskal Herria, siguiendo el sentido del tráfico.
Estamos ante otro de los palacios más destacables de Tolosa: el Palacio de Atodo. De estilo renacentista, data del siglo XVII y fue construido por Fermín de Atodo, capitán de los tercios de Tolosa y embajador de Felipe II en Roma. Aún podemos apreciar su escudo de armas original.
El palacio dio aposento a personalidades de la realeza, como Felipe III, Maria Luisa de Borbón, Fernando VII o Carlos IV. Precisamente, existe un agujero en la fachada, que corresponde al que fuera el Buzón Real. Ahí se depositaban las cartas para el monarca, y a su paso para la recogida, pasaban la noche en el palacio. Durante muchos años también fue utilizado como cuartel, y ya en 1903, las religiosas de la Inmaculada Concepción instalaron aquí su primer colegio.
Su ubicación tampoco es casual, dado que por esta calle transcurría el camino entre Francia y Navarra. De hecho, se cree que la Calle Mayor fue la primera calle de Tolosa. Testigo de ese tránsito fue un cartel que encontramos a pocos metros del palacio, en la fachada de uno de los edificios de la plaza contigua. Dice así: «Carruajes para Navarra, por la calle Mayor».
La plaza rinde honor al compositor navarro Felipe Gorriti, afincado en la villa y autor de numerosas obras de renombre. Justo desde esta plaza, arranca a las ocho de la mañana la famosa Diana de carnaval. La banda de música, recorre todas las calles de la Parte Vieja al son de esta canción. Se dice que es para despertar al pueblo y anunciar el día grande de las fiestas. Lo cierto es que la gente ya abarrota las calles a esa hora, para saltar por detrás de la banda, ataviada con pijamas, camisones o albornoces. ¡Todo un acontecimiento para la población local!
Muy cerca encontrarás la plaza Nueva, el siguiente punto de nuestro recorrido.
Estás en el lugar donde, probablemente, se alzó la primera edificación de Tolosa. Aunque no hay documentación que lo corrobore al 100%, hay indicios de que La Torre de Andía ya existiera en el siglo X.
Aquí nació y vivió Domenjón Gonzalez de Andia, escribano de las juntas generales y figura clave en la consolidación de la Hermandad de Gipuzkoa, que fue la base para la formación de las instituciones forales. Esto hizo que se ganara el apodo de Gipuzkoako erregea, rey de Gipuzkoa. También jugó un rol importante al firmar la paz con la corona inglesa, pacto que sirvió para reforzar el tráfico marítimo entre Gipuzkoa e Inglaterra.
Volvemos a la torre. Y es que solo quedaron en pie sus cuatro paredes en el incendio que arrasó Tolosa en 1503. Anton Gonzalez de Andia, hijo de Domenjón, ordenó su reconstrucción, para cederlo después al ayuntamiento. Desde entonces, se cree que tuvo varios usos: desde alhóndiga en 1524; a sede del concejo y casa consistorial a partir de 1546. Incluso hay menciones de que fuera cárcel.
Ahora es un bloque de vivienda, y tan solo quedan vestigios de un escudo en la fachada del callejón, y dos de las cinco gárgolas que tenía originalmente en el alero.
También sigue presente la imagen de Domenjón Gonzalez de Andía, aunque de una forma muy distinta. Es una de las figuras de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Tolosa. Es quien lidera el desfile, y en los bailes forma pareja con el gigante dedicado a su esposa: Catalina de Tapia.
La comparsa, formada por una treintena de jóvenes, cuenta con seis gigantes y diez cabezudos, obras del artista Iñaki Moyua. Está presentes en todas las fechas señaladas, así que si tu visita coincide con alguna de ellas, no pierdas la oportunidad de ver cómo bailan y giran. ¡Aire, aire!
Sigue el recorrido hasta el siguiente punto: el Palacio Atodo.
La Plaza de la Verdura es otro de los lugares más icónicos de Tolosa. Ha sido zona de mercado desde la Edad Media. Antiguamente era el emplazamiento de una alhóndiga donde, además de las hortalizas, se vendían carne y pescado a diario. A día de hoy, acoge cada sábado el mercado de flores y plantas.
La plaza empieza a adoptar el aspecto actual en 1840, cuando se derriba la alhóndiga y se construyen las casas que tiene a sus dos lados. Fíjate en sus arcos: aún mantienen la numeración con la que se identificaban los puestos de los artesanos, para que el ayuntamiento pudiera cobrarles el impuesto.
Otra curiosidad: ¿te has fijado que los dos edificios son asimétricos? El lado más próximo al ayuntamiento tiene 13 arcos, mientras que el otro, uno menos.
A finales del siglo XIX. surge la necesidad de crear un recinto tapado para el mercado. Así, en 1899. se añade la cubierta de cristal, obra del arquitecto Jose Alejandro Mugica. Destaca por su simetría y luz. De ahí el otro apodo con el que la población local conoce a esta plaza: la plaza Cristales. Hasta hace unas décadas, a ambos lados de la cubierta había coches aparcados y hasta una parada de autobús. ¿Curioso, verdad?
Aún hay más. Hay un punto en los soportales por el que se avista el reloj del campanario de la iglesia Santa Maria. Se dice que antaño, los niños y niñas que jugaban por esta zona, corrían hasta este punto para mirar la hora, y no demorarse en llegar a casa. ¡Cómo cambian los tiempos! Te voy a contar un secreto. El punto está marcado en azul en una de sus paredes, ¡así que ya sabes cómo encontrarlo!
Por último, mencionamos el busto que se encuentra en el centro. Representa al poeta Ramos Azkarate, quien pusiera letra a una de las canciones más destacables del repertorio del Carnaval.
Terminaremos este capítulo disfrutando de esa canción, durante el concierto del pregón del carnaval de la Banda de Música. En ese concierto, que se celebra el domingo anterior al chupinazo, cientos de personas se dan cita en esta misma plaza.
Sigue por la Parte Vieja hasta llegar a la Torre Andia.
Estamos a media altura de la calle Correo, una de las calles más comerciales y concurridas de la villa. Y es que si de algo puede presumir Tolosa, es de su pequeño comercio. Es un centro comercial a cielo abierto, con tiendas de todo tipo, de centenarias a contemporáneas, que cuidan hasta el más mínimo detalle.
El nombre de la calle se debe a que era el tránsito natural de postas y correos a su paso por Tolosa. El palacio de Iturritza es otro de los monumentos más reseñables que encontramos en esta calle. Data del siglo XVI, aunque anteriormente en este solar existía una casa-torre medieval. El palacio, se construyó sobre sus cimientos.
Al igual que la cercana Casa Lapaza, muestra una magnífica sillería y ladrillo de la tejería municipal. Los escudos nobiliarios de la fachada corresponden a Miguel Pérez de Mendiola y Magdalena de Unanue, quienes cedieron el palacio en 1612 a la orden de las clarisas. Las monjas se afincaron aquí hasta que se construyó el Convento de Santa Clara en 1666.
Sigue un poco más adelante y encontrarás el siguiente punto: la Plaza Verdura.
La Casa Lapaza es uno de los ejemplares más importantes de la arquitectura vasca.
Perteneciente a una importante familia de artesanos y comerciantes, la composición del palacio evidencia su capacidad adquisitiva, pues las dos primeras plantas están construidas con piedra caliza en sillería. Las plantas superiores, en cambio, están formadas por ladrillos de la Tejería Municipal. Tiene estructura de madera, un remate de balcones de hierro forjado y un alerón de madera tallada.
A su lado, tenemos a una de las calles más singulares de Tolosa: la calle Letxuga. Se desconoce el origen de su nombre, aunque hay quien apunta que se llama así por ser una de las calles más frescas de la villa. Se dice que fue esta calle la única que mantuvo la tradición de engalanar los portales con fresnos y espinos blancos el día de San Juan. Una costumbre tan arraigada a día de hoy, gracias a la labor del grupo de danza Udaberri.
También se dice que aquí comenzaron a decorar los balcones por motivo del carnaval, aunque en su origen lo hacían con sobrecamas. A mitad de la calle, al lado de la antigua tienda Garikano, encontramos escondida la centenaria sidrería Txaparro. Es la única que se mantiene a día de hoy, de las 28 que llegaron a contabilizarse en toda la Parte Vieja.
Aunque está cerrada al público, mantiene prácticamente intacto su aspecto. Aquí se reunían cuadrillas enteras y trabajadores para almorzar con sidra. Entonces no existía el txotx, por lo que se apuntaba el número de tragos de cada comensal con una tiza sobre la propia cuba. Las costumbres cambian, y ahora son los bares, con sus pintxos y platos, los lugares para comer, beber, y sobre todo, socializar. Hay donde elegir.
Sigue recto hasta el siguiente punto: el palacio de Iturritza.
Has llegado a un punto que reúne muchos lugares de interés y mil historias que contar. Vayamos por partes.
Por un lado, tenemos el Parque Arqueológico. Pero lo que vemos no son restos, sino los cimientos de un palacio de 1538, cuya construcción nunca se llegó a culminar. El proyecto, obra de Luis de la Vega, arquitecto de Carlos V, contemplaba la construcción de un majestuoso palacio renacentista.
Los trabajos comenzaron por orden de los progenitores de Alonso Idiaquez, pero años más tarde, él mismo decidió paralizarlos para iniciar otro proyecto en San Sebastián. Enamorado de la donostiarra Gracia Olazabal, encargó la construcción del Convento de San Telmo, para ser enterrado allí, junto a ella.
El hallazgo fue fruto de unos trabajos de excavación que se realizaron en 2004. Y, debajo de estos cimientos, también se encontraron los restos de una necrópolis de la Edad Media y parte de la antigua muralla.
Una vez descartado ya el proyecto del palacio de los Idiaquez, en el siglo XVII se construye al lado el Palacio de Aramburu, por orden del capitán Pedro Aramburu Salsoro. Su hijo, Miguel de Aramburu, instaló en el sótano una imprenta, donde se imprimieron por vez primera los Fueros de Gipuzkoa, en 1669. A día de hoy, en su interior se encuentran la Biblioteca y el Archivo Municipal, además de una sala de exposiciones.
El moderno edificio que encontramos a su lado es la reconstrucción de uno de los tres molinos que había en Tolosa. De hecho, aún se pueden ver desde el interior la infraestructura hidráulica del original, que databa de 1322. Hoy, alberga la Biblioteca Infantil y un punto de encuentro de viajeros y viajeras.
Cerrando el círculo, encontramos una obra que dedicó el famoso escultor Eduardo Chillida al poeta Xabier Agirre, más conocido como ‘Lizardi’. Chillida relataba que lo más importante de la obra es, precisamente, lo que no existe, la ventana a través la cual se puede ver.
Lizardi, fue una de las figuras más relevantes del Renacimiento Vasco. Precisamente, hace unas décadas se bautizó a esta zona como Euskal Pizkundearen plaza, en honor al movimiento cultural y político a favor de la lengua vasca que surgió a mediados del siglo XIX, y tuvo a Tolosa como uno de los puntos clave en el siglo XX. Sí, la vida cultural, es también una de las señas de identidad más reseñables de Tolosa.
Vuelve al Ayuntamiento y coge ahora la calle de la izquierda para seguir el recorrido hasta el siguiente punto: la Casa Lapaza.
¿Sabías que Santa Maria, la principal parroquia de Tolosa, es la segunda iglesia más grande de Gipuzkoa? Tiene 1.630 metros cuadrados que esconden mucha historia. Vamos a descubrirla.
La actual iglesia reemplaza a una más pequeña que estaba desde el origen de la vieja ciudad amurallada y que también quedó destruida en el incendio de 1503. Se necesitaron más de 200 años para construirla. Así se explica su combinación de estilos: desde el barroco de la fachada principal, al renacimiento vasco, el gótico tardío o el neoclásico.
Hay más tesoros en su interior, como por ejemplo la portada románica de la vieja ermita de San Esteban, las pinturas murales de Eugenio María de Azcue o un órgano romántico de 1885. A día de hoy es posible visitar las bóvedas de la iglesia, que mantienen su estructura original de madera, y a las que se accede a través de 110 escalones en caracol que salen desde el coro.
También hay un pequeño museo que se esconde detrás del retablo, y que durante más de 300 años fue Archivo Provincial. Actualmente guarda varias reliquias, como la pieza original del escudo de Gipuzkoa o la figura original de la virgen de Izaskun.
Fuera de la iglesia destaca la escultura de San Juan Bautista, patrón de Tolosa. Y es justo durante la festividad de San Juan cuando la plaza Santa María cobra especial relevancia.
La canción que ahora escuchas, es el zortziko de San Juan, que se canta en la misa mayor del 24 de junio. Dice así: Adiós, maravilloso día, que has alegrado a toda la villa. La víspera, al son de la misma canción, se prende la tradicional hoguera, que según cuenta la tradición, sirve para ahuyentar los malos espíritus. Y el Día de San Juan, los y las bordondantzaris, lo bailan una y otra vez.
Mientras, las compañías de escopeteros, realizan sus salvas al paso de San Juan. ¡Queda hecha pues la invitación para conocer este día tan especial, colorido y festivo!
Ahí por la derecha, te encontrarás con una plaza que no te esperas: Euskal Pizkundea.
Te encuentras en la Plaza Zaharra, donde se da inicio a los Carnavales de Tolosa con un gran ambiente. Con el txupinazo del Jueves Gordo, esta plaza se llena de gente y alegría al ritmo de las txarangas.
Esta Plaza Vieja es el corazón de todas las fiestas populares. Lo era ya en sus inicios. Construida a mediados del siglo XVII, aprovechando 5 solares que quedaron totalmente destruidos en el incendio que arrasó Tolosa en 1503, era el lugar donde se celebraba el mercado a diario.
La Casa Consistorial es edificada también en la misma época, entre 1657 y 1672. Se rehabilita en 2001, conservando sus características originales. Y es en esta remodelación cuando se unen a través de un pequeño puente el Ayuntamiento y el palacio contiguo: el Palacio Aburuza.
Era una construcción del siglo XVI. A finales de los 90 se derriba y rehace el edificio para acoger oficinas municipales. Para ello, se recoloca de nuevo la parte inferior de la fachada original del palacio, visible desde la Plaza Santa Maria, situada justo detrás del edificio.
En esta misma Plaza Vieja tuvo lugar, un 11 de agosto de 1936, la quema de libros en Euskera. Los franquistas, que acababan de tomar Tolosa, saquearon las bibliotecas municipales y las escuelas, apilaron los libros en la plaza y los quemaron.
También vaciaron la imprenta situada frente al Tinglado, perteneciente al escritor Ixaka López-Mendizabal, autor de ‘Xabiertxo’, el conocido libro infantil para aprender a leer en euskera. Y es que, al ser prohibido durante la guerra, fue uno de los únicos libros de texto que usaban en las ikastolas en la clandestinidad, durante la década de los 50. Todo un icono del Renacimiento Vasco, movimiento cultural a quien se rinde homenaje a pocos metros de aquí.
Camina por la calle que ves a tu derecha hasta el siguiente punto: la Parroquia Santa Maria.
Estás ante uno de los palacios más singulares de Tolosa: el palacio de Idiakez.
Es uno de los solares más antiguos de la villa, aunque no era tal y como lo conocemos ahora. Antiguamente en este lugar existía una casa-torre que fue destruida en uno de los muchos incendios que ha sufrido Tolosa en su historia.
En su lugar se levanta este palacio de estilo barroco, entre 1605 y 1619. La fachada que da al río, está construida sobre la antigua muralla. Y al otro lado, cruzando el puente y mirando hacia la plaza, se puede ver el escudo de armas original de los Idiaquez. Y es que en este palacio nació Alonso de Idiaquez y Yurramendi, secretario de estado de Carlos V, caballero de la Orden de Santiago y uno de los personajes más relevantes de la historia de Tolosa.
¿Qué hacías durante el verano?
le preguntó a la pedigüeña.
-Día y noche a quien me encontraba,
le cantaba, no te disgustes.
-¿Le cantabas? Me alegro.
¡Pues bien, baila ahora!
Sí, citamos la famosa fábula de La cigarra y la hormiga. Y es que ya a mediados del siglo XVIII, el palacio es heredado por Felix Maria Samaniego, conocido fabulista, que en 1775 se convertiría en alcalde de Tolosa.
Más tarde, el edificio se convierte en Casino. Y, a día de hoy, es una de las sociedades gastronómicas que existen en la villa: el Casino de Tolosa. El interior de la sociedad, que adopta el aspecto de un castillo medieval, está diseñado por Nestor Basterretxea, quien fuera uno de los artistas y escultores vascos más importantes.
La canción que escuchas es el himno de la sociedad, que como cualquier otra, juega un rol activo en las fiestas.
Sigue recto hasta el siguiente punto: el Ayuntamiento.
Tratemos ahora de dar rienda suelta a la imaginación, para acceder al interior del Convento de Santa Clara. Las monjas clarisas han vivido aquí, en clausura, durante 400 años, hasta 2023.
Su estructura es de madera antigua, pero se mantiene impecable. En sus largos pasillos se encontraban decenas de elementos religiosos con mucha historia: desde libros gigantes, a esculturas, figuras y objetos pertenecientes al Papa. Y también un precioso patio interior con infinidad de flores y plantas, y una gran huerta, donde las monjas cultivaban todo tipo de productos para autoconsumo.
El convento se construye en 1666 para las monjas clarisas, por orden de los señores de Iturriza. Aunque posteriormente, también fue utilizado como hospital militar, tras ser ocupado por las tropas francesas en la Guerra de la Convención, la Guerra de la Independencia y las guerras carlistas. De hecho, se encontraron a su alrededor restos de soldados sepultados. En cambio, la iglesia, de estilo barroco, se construye entre 1711 y 1730.
Destaca su buena acústica, motivo por el cual muchas agrupaciones corales piden cantar aquí durante el prestigioso Certamen Coral Internacional de Tolosa, celebrado anualmente el mes de noviembre.
Para terminar, dos curiosidades del exterior del convento. Por un lado, en frente del convento, tenemos el Prado Pequeño, donde antiguamente cada fin de semana se celebraban ‘bailes’ que reunían a mucha gente. A día de hoy, está proyectada su recuperación para su uso social.
Y, por la carretera que sale al lado del convento, se inicia la ascensión al Barrio de Izaskun, por donde se puede disfrutar de una preciosa vista de Tolosa desde las alturas, o iniciar la ascensión al monte Uzturre, cuya cruz se avista desde la mayoría de puntos de la villa.
Retrocede y vuelve a colocarte a la altura de Naparzubia. En el siguiente apartado hablaremos sobre el palacio que ves a la derecha: el Palacio Idiakez.