Cuando hablamos de amor propio, nos referimos al grado de aceptación, respeto y consideración que sentimos para con nosotros mismos. Se trata de un concepto muy semejante al de la autoestima, tenido como algo esencial para la salud emocional y psicológica de los seres humanos.
No hay razón que valga para no quererse, mereces ser amado, aceptado, valorado y respetado por el simple y sencillo hecho de ser tú. Y la primera persona que debe darte todo ese amor eres tú mismo.
La ayuda psicológica es un tabú, muchas personas pasan por situaciones difíciles que por no ser atendidas derivan en cosas más importantes.
En definitiva, lo importante es que tengas claro que necesitas ayuda y que debes buscar apoyo en un terapeuta profesional.
En este momento histórico que estamos viviendo una situación social creada por el virus coronavirus que está resultando un reto global, no solo para la salud física, sino también para la salud mental. Se estima que en todo el mundo el 5% de los adultos padecen depresión (280 millones de personas).
La ansiedad y la depresión son los dos grandes males de nuestra sociedad en cuanto a salud mental se refiere
A menudo se confunde la depresión con estar triste o tener una “mala época”. Sin embargo, la depresión se caracteriza por tener sentimientos de ansiedad y/o tristeza, apatía o irritabilidad la mayor parte del tiempo, aunque no haya causa aparente.
Muchas circunstancias vitales pueden resultar estresantes y suponer una carga para nuestra salud mental.
Ambos trastornos están muy relacionados, y se pueden prevenir y tratar con pautas muy similares. El tratamiento de ambas afecciones consistirá en realizar cambios en el estilo de vida, psicoterapia y uso de medicamentos si el médico lo considera necesario.
El bienestar psicológico es la manera de vivir que lleva a las personas a sentirse satisfechas consigo mismas e implica desarrollo de potencialidades y fortalezas que permiten que la persona pueda establecer una relación efectiva y satisfactoria en relación a sí mismo y al medio, otorgándoles sensación de bienestar, tranquilidad y alegría.
No tener problemas no es felicidad. Tampoco en la ausencia de dificultades. La felicidad no es algo que esté necesariamente fuera de nosotros. Precisamente es ahí donde consideramos hay que comenzar la búsqueda y donde sería deseable encontrarla, en nuestro interior.
En conclusión, una reflexión que consideramos esencial para la comprensión de la felicidad, es la de prestar atención tanto a los aspectos positivos como a los negativos del funcionamiento humano. No entendiendo felicidad como sinónimo de bienestar, sino más bien como una congruencia entre los valores y los comportamientos de un individuo en concreto.
Hablar del bienestar integral de las personas es tan complejo como su propia definición. La Organización Mundial de la Salud lo relaciona con la salud mental y lo define como “un estado en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Lograrlo no es fácil. No se consigue sólo con hacer ejercicio todos los días, cuidar la salud, contar con una vivienda, haber hecho varios cursos de idiomas o tener la posibilidad de viajar constantemente, sino al encontrar el balance entre todo lo anterior. Sin embargo, en una sociedad que exige un ritmo de vida tan acelerado no es común que las personas se detengan a pensar en su propio bienestar, aun cuando los beneficios de hacerlo son múltiples, pero alcanzar el bienestar integral es un propósito del individuo y que cada uno puede decidir cómo empezar a hacerlo para lograrlo.
Como en todos los ámbitos de la sociedad, los buenos resultados dependen de un trabajo en equipo, de construir una red de apoyo y de producir con otros en el bienestar común y personal. Ninguna edad es tarde para empezar a trabajar en el deber que tenemos todos: brindarle a nuestra vida un bienestar integral.