Hay momentos en los que la vida parece un laberinto sin salida, donde cada decisión se siente como un riesgo, y cada paso como una posibilidad de error. En esos días, cuando la brújula interior parece girar sin rumbo, cuando el corazón se llena de preguntas sin respuesta, es fácil pensar que todo depende de nosotros.Pero no es así. Hay una presencia que no se ausenta, una mano que no se suelta, un cuidado que no se interrumpe. Aunque no lo veamos, aunque no lo sintamos, Dios sigue ahí, sosteniendo con firmeza lo que nosotros apenas logramos cargar. Su control no es autoritario, es amoroso.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Dar ejemplo no es simplemente actuar bien frente a lo demás. Es permitir que lo invisible se manifieste en lo visible, que lo eterno se insinúe en lo cotidiano sin pedir permiso, como la luz que entra por la rendija y transforma la habitación sin que nadie lo note. Es dejar que lo divino se infiltre en lo humano, no como una exigencia, sino como una revelación que llega en silencio, como el perfume que permanece en el aire después de que alguien ha pasado. El ejemplo no se grita, se encarna. No se impone, se revela. Es como una melodía que solo se escucha cuando el alma se aquieta, cuando el corazón se abre sin defensas, sin filtros, sin prisa.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Honrar la palabra no siempre se manifiesta en grandes gestos. A veces se revela en lo pequeño, en lo cotidiano, en lo que nadie ve. Se presenta como una decisión silenciosa, como un compromiso íntimo, como una fidelidad que no busca aplausos. Se disfraza de constancia, de coherencia, de integridad. Nos dice que no hace falta jurar, que basta con cumplir. Pero esa constancia, aunque discreta, tiene peso.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
La mentira puede abrir puertas, sí… pero no todas llevan a lugares seguros. Puede acelerar procesos, pero no garantiza plenitud. Puede construir imágenes, pero no sostiene almas. Prosperar con mentiras es como edificar sobre arena: parece firme, pero no resiste el peso de lo eterno. Porque lo que no nace de la verdad, no puede sostener la paz. Y lo que no se construye con integridad, tarde o temprano se desmorona.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Creer no es simplemente aceptar una idea con la mente. Es permitir que lo invisible nos convoque sin previo aviso, como quien abre una ventana al amanecer sin saber si entrará la brisa o el silencio. Es afinar el oído del alma para captar lo que no se dice con palabras, lo que vibra en lo profundo cuando todo está en pausa. Nos cuesta creer porque hemos aprendido a protegernos, a no esperar demasiado, a no ilusionarnos. Pero la fe no se impone, se revela. Como el rocío que no pide permiso, como la luz que entra sin tocar la puerta.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Entrar en tiempos de refrigerio es mucho más que descansar el cuerpo. Es permitir que el alma se detenga, que el espíritu se aquiete, que el corazón se abra sin defensas. Es afinar el oído interior para escuchar lo que no se dice con palabras, lo que vibra en lo profundo cuando todo está en silencio. Es dejar que lo eterno nos interrumpa, que lo divino nos desacomode, que lo invisible nos convoque sin previo aviso. Como el susurro que se cuela entre los pensamientos, como la brisa que entra por una rendija y transforma la atmósfera sin que lo hayamos planeado.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Ser hacedores de la palabra es mucho más que prestar atención a un mensaje. Es afinar el oído del alma para captar lo que no se dice con palabras, lo que vibra en lo profundo cuando todo está en silencio. Es permitir que lo eterno nos interrumpa, que lo divino nos desacomode, que lo invisible nos convoque sin previo aviso. Como el susurro que se cuela entre los pensamientos, como la brisa que entra por una rendija y transforma la atmósfera sin que lo hayamos planeado.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Vivir con tolerancia es mucho más que aceptar al otro. Es afinar el oído del alma para captar lo que no se dice con palabras, lo que vibra en lo profundo cuando todo está en silencio. Es permitir que lo eterno nos interrumpa, que lo divino nos desacomode, que lo invisible nos convoque sin previo aviso. Como el susurro que se cuela entre los pensamientos, como la brisa que entra por una rendija y transforma la atmósfera sin que lo hayamos planeado.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Reconocer que no se trata de ti es mucho más que aceptar una idea. Es afinar el oído del alma para captar lo que vibra más allá del ego, lo que se mueve en lo profundo cuando el yo se silencia. Es permitir que lo eterno nos descentre, que lo divino nos desacomode, que lo invisible nos convoque sin previo aviso. Como el susurro que interrumpe el monólogo interior, como la brisa que entra por una rendija y transforma la atmósfera sin que lo hayamos planeado.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Pedir ser librados del mal es mucho más que una súplica. Es afinar el oído del alma para captar lo que no se dice con palabras, lo que vibra en lo profundo cuando todo está en silencio. Es permitir que lo eterno nos interrumpa, que lo divino nos desacomode, que lo invisible nos cubra sin previo aviso. Como el susurro que nos alerta en medio del ruido, como la brisa que entra por una rendija y transforma la atmósfera sin que lo hayamos planeado.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Agradecer antes de recibir es mucho más que una expresión de fe. Es afinar el oído del alma para escuchar lo que aún no ha llegado, pero ya resuena en lo profundo. Es permitir que la gratitud se convierta en lenguaje, en atmósfera, en ofrenda. Como el susurro que anticipa la palabra, como la brisa que anuncia la lluvia, así es el agradecimiento que se adelanta al milagro.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Transformar el rencor en amor es mucho más que tomar una decisión racional. Es permitir que el alma se rinda ante una fuerza que no se impone, pero que lo transforma todo.Es abrir la puerta del corazón a lo que parecía imposible: que el dolor se convierta en ternura, que la herida se vuelva compasión, que la memoria deje de doler. Como el agua que suaviza la piedra con el tiempo, como la luz que entra por una grieta y revela lo que estaba oculto, así actúa el amor cuando le damos espacio.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Encontrar el propósito es mucho más que definir una meta o elegir una vocación. Es permitir que lo invisible nos convoque, que lo eterno se insinúe en lo cotidiano sin pedir permiso, como el viento que acaricia el rostro sin que lo veamos, pero que nos despierta. Es dejar que lo divino se infiltre en lo humano, no como una imposición, sino como una revelación que llega en silencio, como el rocío que cae sobre la tierra sin que nadie lo note, pero que lo cambia todo. El propósito no se grita, se susurra. No se impone, se revela. Es como una melodía que solo se escucha cuando el alma se aquieta, cuando el corazón se abre sin defensas, sin filtros, sin prisa.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Ser transformado por la Palabra es mucho más que cambiar de opinión o adoptar una nueva conducta. Es permitir que lo eterno se mezcle con lo cotidiano, que lo divino se infiltre en lo humano sin pedir permiso, como el rocío que cae sobre, la tierra sin que nadie lo note, pero que lo cambia todo. Es abrir el alma como quien abre una ventana al amanecer, dejando que la luz entre sin filtros, sin defensas, sin excusas.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Cuando la injusticia se instala como sombra persistente, el alma deja de buscar explicaciones que calmen la mente. Ya no necesita respuestas que ordenen el caos, sino compañía que sostenga la fragilidad. Y ahí, en lo profundo, Dios no se presenta como juez que dicta sentencia, sino como consuelo que se sienta a nuestro lado. Como un susurro que no grita, pero abraza. Como una luz que no deslumbra, pero guía. Como una presencia que no impone, pero permanece.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Hay momentos en que el alma se detiene, no por falta de movimiento, sino por exceso de ruido. Momentos en que el corazón se siente saturado de opciones, pero vacío de dirección. Caminos que se bifurcan, decisiones que se entrecruzan, y una brújula interior que parece girar sin norte. Es en esos instantes de incertidumbre donde el Reino de Dios no se presenta como un destino lejano, sino como una presencia cercana. No se manifiesta con mapas detallados ni con instrucciones precisas, sino con una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Hay momentos en la vida en los que el alma se detiene, no por falta de movimiento, sino por la intensidad del silencio que la envuelve. Son esos días en los que las preguntas se acumulan como nubes densas en el horizonte, y el corazón, cansado de buscar respuestas, se sienta a esperar. No hay explicaciones claras, no hay señales evidentes, no hay caminos iluminados. Solo está el misterio, la incertidumbre, y una sensación de vacío que no se puede nombrar. En ese espacio, la fe comienza a tomar una forma distinta. Ya no es una certeza que se proclama, sino una confianza que se susurra.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Ser guiado por el Espíritu es aprender a vivir desde la paciencia, no desde la prisa. Es detenerse en medio del torbellino de decisiones, de expectativas, de caminos múltiples, y descubrir que hay una voz que no compite con el ruido, sino que lo atraviesa. Una voz que no se impone, pero transforma. Que no exige, pero invita. Que no señala con el dedo, sino que extiende la mano. En Juan 14:26, Jesús nos revela que el Espíritu Santo nos enseñará todas las cosas. Pero esa enseñanza no es una clase magistral, ni una fórmula mágica. Es una siembra silenciosa en el alma, una luz que se enciende en lo profundo, una certeza que no viene de la lógica, sino del amor. Ser guiado por el Espíritu es permitir que cada paso, incluso el más pequeño, se convierta en un acto de comunión.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
Contar las bendiciones no es una práctica superficial ni una fórmula de optimismo pasajero. Es una postura espiritual, una forma de habitar el mundo con los ojos abiertos y el corazón despierto. Es detenerse en medio del torbellino de responsabilidades, emociones y pensamientos, y elegir mirar con reverencia lo que ya está. No se trata de negar el dolor ni de disfrazar la lucha, sino de reconocer que, incluso en medio de la tormenta, hay señales de amor divino sembradas en el camino. Cada bendición es una huella, una caricia, una palabra silenciosa que Dios susurra en lo cotidiano.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
La incertidumbre no es señal de fracaso. Aunque el corazón humano tiende a asociar lo incierto con lo incorrecto, con lo que no está funcionando, con lo que se ha desviado del plan, en realidad, la incertidumbre es uno de los terrenos más fértiles para el crecimiento espiritual. Es allí, en medio de lo que no entendemos, donde la fe se cultiva con mayor profundidad. Porque cuando todo parece claro, cuando el camino está iluminado y las respuestas fluyen, es fácil caminar sin detenerse a escuchar. Pero cuando el horizonte se nubla, cuando las señales desaparecen y el alma se siente desorientada, es ahí donde aprendemos a escuchar con atención, a esperar con humildad, a confiar con todo el corazón. En ese espacio de aparente confusión, Dios no está ausente.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.