
Ser transformado por la Palabra es mucho más que cambiar de opinión o adoptar una nueva conducta. Es permitir que lo eterno se mezcle con lo cotidiano, que lo divino se infiltre en lo humano sin pedir permiso, como el rocío que cae sobre, la tierra sin que nadie lo note, pero que lo cambia todo. Es abrir el alma como quien abre una ventana al amanecer, dejando que la luz entre sin filtros, sin defensas, sin excusas.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.