David Golden: A veces la vida nos sacude con pruebas, pérdidas o decepciones, pero en Cristo no estamos destruidos. Jesús intercede por nosotros para que nuestra fe no falte y podamos levantarnos con esperanza. Este mensaje nos recuerda que, aunque todo se mueva, Dios sigue firme en nosotros.”
David Golden: Jesús dijo que podemos honrarlo con los labios, pero estar lejos de Él por dentro. Dios no busca palabras bonitas, sino corazones sinceros.Un corazón contaminado se endurece y deja de oír a Dios. Pero Dios no nos deja así. Él prometió: “Quitaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”. Es decir, un corazón sensible, obediente y lleno de Su Espíritu. Por eso, la invitación no es solo creer en Dios, sino acercarnos a Él de verdad: con un corazón limpio, sin máscaras, permitiendo que su Palabra eche raíces, arranque espinos y produzca fruto real.
David Golden: Los malos pensamientos y acciones nacen del corazón humano, por eso necesitamos permitir que Dios lo limpie. Aunque vivimos en un mundo lleno de contaminación para nuestra mente —lo que vemos, oímos y hablamos— Jesús nos llama a renovar nuestra manera de pensar y llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo. La verdadera paz llega cuando llenamos nuestra mente con lo que es verdadero, puro y agradable a Dios.
David Golden: Las palabras que hablamos revelan lo que hay en nuestro corazón, pero también tienen el poder de formar lo que pensamos y creemos. La Biblia enseña que la lengua puede producir vida o muerte, por eso debemos aprender a hablar en acuerdo con Dios. Confesar Su Palabra fortalece la fe, renueva la mente y transforma nuestras actitudes y relaciones. Cuando llenamos nuestro corazón con la Palabra, nuestras palabras se vuelven fuente de vida, paz y bendición para nosotros y para los demás.
David Golden: El corazón es la fuente de la vida espiritual. Cuando se llena de soberbia, necedad o incredulidad, se contamina y se aleja de Dios; pero cuando se guarda con cuidado y se enfoca en Cristo, se mantiene puro. La Biblia enseña que lo que vemos, escuchamos y deseamos puede abrir puertas a la contaminación, por eso debemos alimentarnos de la Palabra y pedir a Dios un corazón limpio. Solo así podremos ver a Dios y vivir en verdadera comunión con Él.
David Golden: El evangelio del reino anuncia que Jesús, el Rey de reyes, murió y resucitó para salvarnos y hacernos hijos de Dios. La Gran Comisión es para todos los creyentes: predicar el evangelio en todo lugar, como Felipe en Hechos. El plan de salvación está en Romanos y Juan: reconocer el pecado, creer en Cristo y recibir la vida eterna. De forma práctica, cada día podemos orar por alguien, abrir el corazón, dar la respuesta que es Jesús y orar con la persona en el momento.
David Golden: La esperanza bíblica es una confianza gozosa en las promesas de Dios, fortalecida en las pruebas y sostenida por la oración. Al permanecer firmes en fe, podemos ser gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación y constantes en la oración.
David Golden: La gracia nos llama a andar dignamente y nos perfecciona para ministrar mientras crecemos a la medida de Cristo. Así como Pablo recibió gracia para anunciar el misterio y las riquezas de Cristo, también nosotros necesitamos Su fortaleza y amor para cumplir nuestro llamado. Cuando vivimos en esa plenitud, Dios hace mucho más de lo que imaginamos y recibe toda la gloria.
David Golden: La gracia no solo nos salva, también nos capacita y nos envía.Nos enseña cómo vivir, nos da fuerza para servir, y nos impulsa a cumplir el propósito de Dios en nuestra generación. Como dijo Pablo: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. No trabajamos solos — es Su gracia en acción. La gracia no es pasiva. Es poder para vivir con propósito. ¿La estás usando… o la estás recibiendo en vano?
David Golden: La gracia de Dios no solo nos salva, sino que nos reconcilia con Él, nos da paz, nos sostiene en la debilidad y nos guarda del pecado y la amargura. Jesús es la fuente de esa gracia, y por medio de Él podemos acercarnos con confianza al trono de Dios. No la recibamos en vano; aprovechemos su poder transformador.
En esta mensaje, reflexionamos sobre la importancia de dejar una herencia más valiosa que lo material: una herencia de fe genuina. Usando el ejemplo de Pablo, Timoteo, Loida y Eunice, hablamos de cómo transmitir nuestra fe a la siguiente generación a través del ejemplo, la enseñanza constante y el amor espiritual. La verdadera herencia que impacta eternamente es la vida vivida con integridad y devoción a Dios.
David Golden: En este mensaje final de la serie Una Cosa, hablamos de la importancia de olvidar el pasado — tanto lo que creemos que nos califica, como lo que sentimos que nos descalifica — para avanzar hacia lo más importante: conocer a Cristo.
Él es la meta. Él es el premio.
David Golden: En este mensaje reflexionamos en Lucas 10:38–42, donde Jesús visita la casa de Marta y María. Marta estaba preocupada, afanada y turbada por muchas cosas, mientras que María decidió hacer una sola cosa necesaria: sentarse a los pies de Jesús y escuchar su voz. La preocupación, el afán y la confusión interior se vencen cuando dejamos de correr detrás de lo urgente y escogemos lo eterno. Todo cambia cuando tomamos la decisión de sentarnos a los pies de Cristo. ¿Qué estás eligiendo tú? ¿Lo urgente o lo eterno?
David Golden: En este mensaje reflexionamos sobre el encuentro de Jesús con el joven rico en Marcos 10:21–22. Aunque este hombre parecía tenerlo todo, Jesús le reveló que le faltaba una cosa: soltar aquello que amaba más que a Dios. A través de este mensaje, exploramos cómo la verdadera adoración no se trata solo de cantar, sino de estar dispuestos a rendir lo que más valoramos. ¿Qué es eso que Dios te está pidiendo hoy? ¿Cuál es esa “una cosa” que está ocupando el lugar que solo le pertenece a
David Golden: En este mensaje, exploramos lo que significa tener un corazón que verdaderamente busca a Dios. A través de la vida de David, vemos que buscar a Dios no se trata de una vida sin errores, sino de pasión, perseverancia y humildad. Contrastamos el corazón de David con el de Saúl y Salomón para mostrar cómo la inseguridad, el orgullo o los deseos divididos pueden alejarnos de la presencia de Dios. Una cosa buscas: la intimidad con Dios.
David Golden: En este mensaje reflexionamos sobre cómo el crecimiento espiritual viene a través de la perseverancia. Basado en Hechos 2:42–47 y Romanos 5:1–5, aprendemos que Dios forma nuestro carácter en medio de las pruebas, y que cuando estamos arraigados en su amor, podemos soportar cualquier dificultad. Perseverar no es solo resistir, sino seguir confiando y obedeciendo, sabiendo que nada puede separarnos del amor de Dios.
David Golden: El temor del Señor no es tenerle miedo, sino vivir con una reverencia profunda que nos mantiene cerca de Él y apartados del mal. Es una llave que abre la puerta a bendiciones como confianza, esperanza, reposo, protección, honra y vida abundante. Pero muchas veces lo que nos impide caminar en ese temor es desear más lo que el mundo ofrece que lo que Dios ya nos ha dado. Caminar en el temor del Señor es elegir obedecer, honrar y amar a Dios por encima de todo.
David Golden: En este mensaje, exploramos cómo la alabanza nos lleva a crecer espiritualmente y a acercarnos más a Dios. A través de Hechos 2 y varios Salmos, aprendemos que la alabanza no es solo música, sino un estilo de vida que reconoce quién es Dios y lo que ha hecho por nosotros. Alabamos a Dios cuando entendemos que Él nos ve, nos escucha y desea estar cerca de nosotros. Aun en medio del dolor o la tristeza, la alabanza transforma nuestro corazón y abre la puerta a Su presencia.
David Golden: La comunión no es opcional — es clave para nuestro crecimiento espiritual. Cuando vivimos en unidad, perseveramos en la Palabra, la oración y el amor mutuo, creamos un ambiente donde Dios se mueve, fortalece a su iglesia y toca vidas a través de nosotros.
David Golden: La resurrección de Jesús es el clímax del evangelio — la prueba de que el pecado fue vencido, la muerte fue derrotada, y la vida eterna es posible. Pero antes de ese triunfo, Jesús tuvo que morir. En la Pascua, Dios proveyó un cordero cuya sangre protegía del juicio. Esa sangre apuntaba proféticamente a Jesús, el verdadero Cordero de Dios, que derramó su sangre por nuestros pecados. En Getsemaní, Jesús aceptó la copa de la ira de Dios, una copa que nosotros merecíamos. Su sacrificio nos abrió el camino al perdón, y su resurrección nos da la victoria y la esperanza de vida eterna.