El alma humana es como un jardín.
Hay momentos de lluvia, de espera, de invierno y de florecer.
Dios trabaja en silencio, debajo de la tierra, en las raíces que nadie ve.
A veces te sientes estancado, sin resultados, sin señales. Pero justo ahí, en esa quietud aparente, tu raíz está profundizando.
Está aprendiendo a sostener tu propósito.
El mundo mira las flores, pero Dios mira las raíces.
Florecer antes de tiempo es como abrir los ojos antes del amanecer: te pierdes la belleza del proceso.
La fe verdadera no es creer cuando ves brotes, sino seguir confiando cuando no hay señales de vida.
¿Por qué soy importante para Dios?
“A veces, en este mundo tan grande, podemos sentirnos pequeños o insignificantes.
¿Alguna vez has pensado: ¿Soy realmente especial?
Dios responde en la Biblia:
‘Porque yo sé los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza’ (Jeremías 29:11).
Dios no solo te creó. Te creó con un propósito.