"Dios te hizo su hijo, imítalo a él."
Como creyentes, podemos llamar a Dios "Padre", y en Efesios 5:1-17, Pablo nos indica que debemos ser imitadores de nuestro Padre celestial. No podemos imitarlo en todo —no podemos crear el mundo de la nada ni ser omniscientes— pero sí podemos reflejar su carácter. ¿Por qué? Porque Él creó en nosotros un nuevo hombre a la semejanza de Dios (Efesios 4:24).
"Dios te hizo una nueva criatura. Vive de acuerdo a esa identidad."
Es fácil que muchos digan que son creyentes y que portan un uniforme de cristianos. Dicen que han sido transformados y convertidos a Cristo. Sin embargo, sus acciones, comportamientos, deseos y motivaciones no van de acuerdo a lo que dicen creer o profesar. Estos falsos convertidos piensan erróneamente que por haber seguido un protocolo, haber nacido en alguna familia cristiana o haber confesado alguna frase, son parte del pueblo de Dios y portadores de un nuevo hombre.
En Efesios 4:17-32, Pablo utiliza la ilustración de cómo el creyente tiene un uniforme: el hombre nuevo. Y cómo debe despojarse del antiguo uniforme: el hombre viejo. Pablo les recuerda a los efesios que son una nueva creación y es incongruente andar y comportarse como los no creyentes.
"Dios te ha hecho parte de su cuerpo. Persevera en la unidad."
Así como cuidamos la salud de nuestro cuerpo físico y buscamos a doctores cuando enfermamos, hay un cuerpo que también debe perseverar en la sanidad y que debe interesarnos a cada uno: un cuerpo eterno que permanece para siempre. Pablo deja en Efesios 4:1-16 un plan integral que le hará bien a este cuerpo eterno, un plan integral para la iglesia de Dios.
"Dios es poderoso para responder a nuestras oraciones. Pidamos en humildad el fortalecimiento de nuestro hombre interior."
Descubre cómo Pablo nos enseña a orar en Efesios 3:14-21. Aprende a pedir con humildad el fortalecimiento interior, comprender el amor infinito de Cristo y confiar en el poder de Dios que obra en nosotros. Una guía práctica de oración bíblica.
"Los que son la iglesia dan a conocer el evangelio a todos."
En Efesios 3:1-13 vemos a Pablo en una situación peculiar: encarcelado pero lleno de ánimo. Está compartiendo su llamado y su pasión, y animando a que la iglesia no desmaye por su condición. Pablo recuerda a la iglesia que ellos son parte del plan sabio de Dios, el creador del universo. Desea que los efesios conozcan sobre su llamado al recibir esta revelación del plan de Dios y que conozcan su lugar como iglesia en este gran plan.
Recuerda que estábamos separados, que fuimos reconciliados y en quienes nos hemos convertido.
Es fácil que olvidemos las cosas, y es sumamente peligroso cuando lo que olvidamos son las verdades del evangelio. Como cristianos, aún tenemos lugares en nuestras vidas donde no le creemos completamente a Dios, donde no confiamos en su palabra y no creemos que lo que Él ha logrado en Cristo Jesús es suficiente para nuestro pasado, presente o futuro.
En Efesios 2:11-22, el apóstol Pablo continúa escribiendo verdades sobre la iglesia y los creyentes, verdades que deben ser cimentadas en nuestras vidas como una brújula que nos permite seguir navegando como discípulos de Cristo.
“Por su gracia estás vivo. Anda en las obras de Dios.”
La muerte nos confronta con un contraste contundente: muerte y vida. Efesios 2:1–10 presenta ese gran contraste espiritual. Pablo recuerda a la iglesia su pasado de muerte y su presente de vida en Cristo, para que contemplen las sobreabundantes riquezas de la gracia. El propósito no es quedarnos en la oscuridad del ayer, sino maravillarnos con el “Pero Dios” que nos hizo vivir y nos puso en camino para andar en lo que Él preparó.
"Porque Él te ha bendecido, pide conocerlo más en oración."
La oración de Pablo en Efesios 1:15-23 revela un modelo profundo de intercesión que todo cristiano debería conocer. En esta continuación de la serie "Identidad y vida en Cristo", descubrimos cómo orar por un conocimiento más profundo de Dios y las implicaciones transformadoras de nuestra salvación.
"El Dios trino te ha bendecido. Vive para su gloria."
Pablo escribió su carta a los creyentes de Éfeso, una iglesia que conocía profundamente tras haberla fundado y enseñado allí durante tres años. Éfeso era una importante ciudad, similar a Monterrey en su tamaño e influencia, con un impresionante anfiteatro con capacidad para 25,000 personas. La ciudad estaba caracterizada por intensos conflictos espirituales, prácticas paganas, una mentalidad materialista y adoración idolátrica dirigida tanto al emperador como a la diosa Diana.