
"Dios te hizo su hijo, imítalo a él."
Como creyentes, podemos llamar a Dios "Padre", y en Efesios 5:1-17, Pablo nos indica que debemos ser imitadores de nuestro Padre celestial. No podemos imitarlo en todo —no podemos crear el mundo de la nada ni ser omniscientes— pero sí podemos reflejar su carácter. ¿Por qué? Porque Él creó en nosotros un nuevo hombre a la semejanza de Dios (Efesios 4:24).