En “Acelera tu Futuro” hablamos de esos momentos donde Dios rompe el ritmo natural y abre camino sobrenatural. Hay temporadas en las que el cielo decide adelantar procesos, cumplir promesas antes de lo esperado, y llevarte más lejos de lo que tus fuerzas pueden lograr. No se trata de correr sin dirección, sino de alinearse con el tiempo de Dios. Cuando obedeces, confías y te posicionas, Él acelera lo que parecía estancado. ¡Hoy es tiempo de avanzar, de soltar el pasado y caminar hacia lo que ya está preparado para ti! Tu futuro no está en pausa… está en manos del Dios que acelera destinos.
En “La Provincia Lejana” no solo hablamos de un lugar físico, sino de una condición del alma. Es ese espacio donde nos alejamos del Padre, buscando libertad sin dirección, identidad sin relación. Allí, muchas veces, se pierde todo… menos el recuerdo de casa. Pero incluso en la distancia, el amor del Padre nunca se interrumpe. Él no espera para condenar, sino para abrazar. La provincia lejana no tiene la última palabra: el regreso siempre es posible. ¡Hoy, la gracia nos llama de vuelta, y el Padre corre a restaurar lo que parecía perdido!
En “Varas Ministeriales” hablamos de instrumentos simples en manos de un Dios extraordinario. La vara de Moisés no era especial por sí misma, pero cuando fue rendida a Dios, abrió mares y desató milagros. Así también son los ministerios: no por fuerza humana, sino por obediencia y presencia divina. Cada vara ministerial representa autoridad, llamado, y responsabilidad… pero también dependencia total del Espíritu. ¡Hoy, no se trata de cuánto tienes en tu mano, sino de a quién se la has entregado! Lo ordinario, en manos del Eterno, se vuelve sobrenatural.
En “Cambia tu túnica” hablamos de un acto simbólico, pero poderoso: dejar atrás lo viejo para vestirnos de lo nuevo que Dios tiene para nosotros. Hay túnicas manchadas por el pasado, por el dolor, la culpa o el rechazo. Pero hoy, el Padre extiende Su mano y ofrece una nueva vestidura: identidad, dignidad y propósito renovado. Como José en la cisterna, como el hijo pródigo al volver a casa… Dios cambia nuestra túnica rota por una de honra. ¡Hoy es tiempo de soltar lo que ya no define quién eres y vestir lo que el cielo preparó para ti!
En “El Camino de la Perfección” no hablamos de nunca fallar, sino de caminar con un corazón rendido. Es la senda donde la meta no es lucir impecables, sino parecernos más a Cristo cada día. Donde los tropiezos no son derrota, sino parte del aprendizaje. Donde la gracia no solo nos levanta, sino que nos transforma. Dios no busca perfección humana, busca entrega sincera. ¡Hoy, en este camino, damos un paso más con humildad, con fe, y con la certeza de que Él perfecciona Su obra en nosotros!
En “Latidos Familiares” hablamos de esos vínculos que laten con fuerza, incluso en medio del caos cotidiano. Es el amor que no siempre se dice, pero se siente; el abrazo silencioso en medio de la rutina; la mirada que comprende sin palabras. A veces, la familia también se cansa, se hiere o se distancia… pero Dios está en medio de esos latidos. Él sana, une y repara lo que parece roto. ¡Hoy, en el hogar, hay lugar para el perdón, la reconciliación y el amor renovado por Su gracia!
En “La Fatiga del Alma” hablamos de ese cansancio que no se ve, pero pesa. Es el desgaste interno de batallas constantes, silencios largos y cargas no soltadas. Dios no ignora ese agotamiento; Él lo abraza, lo restaura y lo transforma. ¡Hoy, el alma cansada encuentra descanso en Su presencia, renuevo en Su palabra y fuerza en Su amor!
En “Casas Leprosas” hablamos de lugares que fueron habitados, pero que escondieron impureza en sus muros. Es una alerta del cielo: no todo lo que parece firme está sano. Dios está inspeccionando, exponiendo y limpiando estructuras contaminadas por el pecado, la religión o el orgullo. ¡Es tiempo de sanar la casa o derribar lo que no puede ser redimido!
En “Quita la Piedra” hablamos de obediencia radical que prepara el camino para el milagro. No es solo mover un obstáculo físico, es remover incredulidad, temor y pasado. Dios está listo para resucitar lo que parecía muerto, pero nos llama a actuar primero. ¡Cuando quitamos la piedra, el poder de la resurrección se manifiesta con gloria y vida!
En “El Canto de la Viña” hablamos de una melodía que nace del corazón de Dios: es adoración, fruto y propósito. No es solo un sonido, es el eco de una tierra cultivada con amor y paciencia. La viña canta porque ha sido cuidada, porque da fruto abundante y porque su raíz es eterna. ¡Este canto profético celebra lo que Dios ha plantado y lo que está por cosechar!
En “La Bendición de la Casa” hablamos de un favor que no se detiene: es cobertura, provisión y presencia. No es solo protección, es activación del propósito eterno. Esta casa está marcada por la gracia de Dios, y todo el que entra, entra en territorio bendito. ¡Dios no solo habita aquí, Él derrama cielo en cada rincón con poder y gloria!
En “La Evolución de la Casa” hablamos de un crecimiento con propósito: no es solo expansión física, es transformación espiritual. Cada cambio refleja dirección divina, cada paso anuncia cumplimiento profético. La casa madura, avanza y se alinea al diseño del cielo. Dios está formando una familia que no se estanca, ¡sino que evoluciona con visión, fe y poder!
En “El Misterio del Grito ” hablamos de esa expresión espiritual que va más allá del ruido: es un grito de victoria, guerra y fe. No es emoción vacía, es una declaración profética que rompe cadenas, abre caminos y activa lo sobrenatural. Dios está despertando una generación que no se queda callada, ¡sino que libera su voz con propósito y autoridad!
En “Purificando Nuestro Caminar” hablamos sobre la importancia de rendir cada área de nuestra vida al Señor. No se trata solo de andar, sino de andar en santidad, con un corazón limpio y un espíritu dispuesto. Dios no bendice el desorden; Él purifica, alinea y transforma a quienes deciden caminar con integridad hacia Su propósito eterno.
En “Coraje Generacional” hablamos del llamado urgente a levantarnos con valentía en medio de una generación que ha normalizado la apatía espiritual. Dios está buscando corazones íntegros, dispuestos a ser procesados, alineados y enviados. No es tiempo de retroceder ni de acomodarse: es tiempo de responder con fuego, verdad y convicción al propósito eterno.
En “La ministración de la cueva”, enseñamos que ante Dios nada está oculto y debemos presentarnos con un corazón sincero.A través de ejemplos bíblicos como: David, Saúl, Sansón, Lot, Elías, Lázaro y Jesús; mostramos como la cueva representa un lugar de confrontación, limpieza, formación y restauración.Dios usa nuestras “cuevas” para transformarnos, sanarnos y acercarnos a su propósito eterno.
En ”Rompimientos Espirituales”, es indispensable que ocurran rompimientos para alcanzar nuevos niveles en Dios.Ejemplificaciones como María que rompió su alabastro para servir; Gedeón rompió su cántaro para activar su liderazgo; Sansón rompió cuerdas para mantener su consagración; Abimelec sufrió un rompimiento mental; Josafat falló en alianzas; Ezequías rompió amuletos; y Jesús rompió el velo para abrir un camino nuevo.Los rompimientos son necesarios para crecer, ser libres y acercarnos más a Dios.
En ”El Aroma de la Casa”, enseñamos que María ungió a Jesús con nardo puro, llenando la casa de fragancia, que es un símbolo de adoración.Encontramos pasajes bíblicos en el libro de Cantares que explican siete aromas espirituales: el nardo (agradar), las vides (nueva estación), la mirra (sanar heridas), los ungüentos (unción), los vestidos (incorrupción), la manzana (fuego del Espíritu) y mandrágoras (preparación del amor).Cada fragancia representa una transformación espiritual necesaria para que nuestra casa sea un lugar que agrade a Dios.
En ”Pedro,grano procesado”, enseñamos que Dios tiene un plan con cada vida, pero antes de usar a alguien, lo procesa como al grano hasta convertirlo en harina.Pedro pasó por siete etapas: llamado, trillado, zarandeado, remojado, tostado, molido y horneado. Cada fase transformó su carácter, eliminó su ego y formó su identidad en Cristo.Solo después del proceso, Pedro fue activado en Pentecostés para alimentar espiritualmente a otros como Cristo que es el Pan de Vida.
En la enseñanza de ”El Hombre Estaca”, revelamos en las Sagradas Escrituras, el simbolismo de la estaca como herramienta espiritual para cuidar de nuestras familias y vidas.La Estaca representa Limpieza (Israel), Guerra Espiritual (Jael), Restauración (Esdras), Administración con Gloria (Eliaquim), Expansión (Isaías), Reedificación (Judá) y Salvación (Jesús). Cada una nos desafía a vencer el pasado, renovar el templo interior y avanzar con propósito.Cristo, clavado en la estaca, es nuestra esperanza. Con Él, somos transformados y enviados a vivir en victoria.