
Cuando era pequeño, escuchaba historias acerca de que era peligroso leer la Biblia. Algunos decían que contenía secretos oscuros que podían perturbar la mente de quienes se aventuraran en sus páginas. Otros afirmaban que sus palabras eran tan poderosas que podían desencadenar eventos sobrenaturales.
Estas narraciones, cargadas de temor y misterio, despertaban mi curiosidad y alimentaban mi deseo de explorar por mí mismo las páginas sagradas. Sin embargo, a medida que fui creciendo y adquiriendo más conocimiento, descubrí que tales afirmaciones eran infundadas.
La lectura de la Biblia no es peligrosa por sí misma, sino que su interpretación y aplicación pueden variar según las creencias y enseñanzas de cada individuo o grupo religioso. Es un libro que contiene sabiduría, enseñanzas morales y espirituales, y relatos históricos que han moldeado la civilización occidental.
Pero, de alguna manera, sí hay un peligro en leer la Biblia... sobre todo si lo haces con los ojos abiertos. ¿Y qué quiero decir "con los ojos abiertos"? Me refiero a ser consciente de la realidad social que nos rodea, a los infiernos que viven quienes nos rodean.