
Estamos tan sujetos a lo que nos acontece en el momento que solemos medir todo desde el calor de la emoción, desde lo que nos pasa en ese momento preciso que no alcanzamos a ser objetivos y ver lo que es real, no somos objetivos, por ello deja que la euforia del momento pase, para poder hablar o decidir, de lo contrario podrías arrepentirte después.