
Desde que Monique vio la presentación del «Lago de los cisnes» en la escuela, soñó con ser una gran bailarina de ballet, tanto así que cuando alguien le preguntaba:
—¿Cuál es tu nombre? —Ella respondía.
—Soy «Bailarina».
—Monique. ¿Cómo te describes?
—Soy bailarina de ballet.
—Monique. ¿Cuáles son tus virtudes?
—Bailo hermoso.
—Monique. ¿Y tú quién eres?
—Soy una gran bailarina.
Sus padres la inscribieron en la academia de ballet y ciertamente, Monique bailaba hermoso, amaba tanto la danza que consiguió con mucho sacrificio y esfuerzo, ser en la adultez una bailarina reconocida y admirada. Todo era perfecto hasta que un día, justamente antes de viajar a París para una presentación internacional, perdió el control de su auto y chocó, quedando con múltiples fracturas y estando al borde de la muerte, varias operaciones le salvaron la vida, pero no pudieron evitar que quedara imposibilitada de volver a bailar.
Cuando sus padres pudieron verla en el hospital, Monique estaba emocionalmente destrozada y solo repetía una y otra vez:
—Me hubieran dejado morir…