Cuando Samil, un valiente joven de Asia Central, conoció a Jesús comenzó a compartir su fe abiertamente. Sin embargo, la hostilidad comenzó cuando el mulá comenzó a cuestionar su fe en el funeral de su abuela. Determinado a responder a las preguntas de los musulmanes, Samil comenzó a formarse para poder tener respuestas, lo que desencadenó una implacable presión que incluso llevó a su padre a romper su relación con él. Sin embargo, Samil encontró consuelo en su relación con Dios.
Zahid apenas tiene siete años, pero ya sabe lo que significa ser cristiano en un mundo musulmán. Su madre, cristiana, se vio obligada a criarlo sola cuando su padre, musulmán, decidió divorciarse de ella por causa de su fe.
Además, su padre intenta que Zahid también sea musulmán, lo cual es especialmente evidente en fechas como el Ramadán, donde el chico vive un enfrentamiento real entre dos cosmovisiones.
Hadija era una musulmana de Turkmenistán cuyo marido, un musulmán devoto, la obligaba a rezar y ayunar durante el Ramadán; pensaba que, de esa forma, se ganaría el favor de Alá al ser un buen marido.
Sin embargo, en una ocasión, una amiga de Hadija fue a visitarla y compartió con ella el Evangelio. Cuando Hadija descubrió que podía orar en cualquier momento y que, por la obra de Jesús, Dios la escucharía, su vida cambió para siempre.
Roman* era un musulmán devoto de Kazajistán cuya obsesión era intimidar a los cristianos, especialmente a los de trasfondo musulmán. Los consideraba «traidores a la verdadera fe». Un año, durante el Ramadán, Roman decidió dar un paso más para expresar su devoción.
Visitó una iglesia bautista local con el único propósito de enfrentarse a los traidores. Sin embargo, cuando comenzó la reunión y el pastor empezó a hablar, Roman no pudo moverse. Ni siquiera podía levantarse; las palabras que oyó habían tocado lo más profundo de su corazón.
Cuando Rania conoció a Jesús, encontró lo que había estado buscando durante toda su vida. Sin embargo, hubo un nuevo desafío que enfrentar: sus propios familiares y vecinos se encargaron de hacerla sentir que su nueva fe no era bien recibida.
Cuando Aizah habla de las mujeres cristianas del norte de África no puede evitar llorar. Tiene que detenerse para hablar de aquellas que viven «la gran transición» del islam al cristianismo: el sufrimiento, el rechazo, la injusticia, etc. Ella misma ha experimentado todas esas cosas.
Ahora ayuda a mujeres del norte de África que se encuentran en la misma situación que ella por seguir a Jesús. Aizah nos muestra lo que significa dejar el Islam y seguir a Jesús en esta región del mundo. Es una de nuestras colaboradoras que invierte en la vida de las mujeres convertidas allí.
En la península arábiga, región en la que nació el islam y donde los cristianos son oprimidos, muchos están descubriendo la verdad en Jesús y, a través de tu apoyo, están siendo discipulados.
Ese fue el caso de Nadia, quien estuvo buscando la verdad durante toda su vida: investigó el islam y el budismo antes de volverse hacia la Nueva Era y otras prácticas ocultistas. Nada podía llenar su vacío, y estaba enfadada y preocupada.
Hasta que se encontró con Jesús.
El dolor, la vergüenza y la preocupación abrumaban a Sahar. Las lágrimas corrían por su rostro mientras abandonaba su hogar, sentada en la parte trasera de un taxi, y clamaba a Dios: «¿Por qué permites que esto ocurra? ¿Quién arropará a mis hijos cada noche?»
Sahar, recién convertida al cristianismo, fue expulsada de casa cuando su enfurecido marido descubrió su fe. La separación de sus dos hijos pequeños fue insoportable. «Se me rompió el corazón, como persona, como mujer, pero sobre todo como madre», indica.
Rita, de 42 años y madre de dos hijos, se despertó al sentir que todo temblaba debajo de ella y a su alrededor cuando se produjo el primer terremoto el lunes por la mañana. «Mi primera oración fue: Dios, mantén la tierra ceñida por ti».
Cuando se produjo la segunda oleada de seísmos, Rita pensó que Dios no estaba respondiendo a su oración. En ese momento, un versículo vino a la mente de Rita. Era Romanos 8:28: «A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien». Tuvo paz en su corazón todo el tiempo, y confiaba en que Dios es bueno, incluso cuando vio que las manos de su hijo estaban heridas.
A pesar del peligro, la madre de Hannah oraba cada día, a veces incluso a la vista. En su lecho de muerte, le dijo a sus hijos que estuviesen siempre agradecidos y que orasen. «En la vida hay problemas», decía. «Si hay problemas tienes que orar». Pero nunca les explicó cómo.
Lo único que podían entender era «¡Hananim! ¡Hananim! ¡Señor, señor! Ayuda…». Un día, Hannah tuvo que acudir a Hananim. ¿Respondería Dios a su oración?
Sus padres y su hermana estaban en China, su hermano menor con un tío. Ella había sobrevivido a la gran hambruna de los años 90, en la que tres de cada cinco de sus compañeros de clase murieron, pero, en este momento, deseó estar muerta también.
No había nada por lo que vivir, ni siquiera nadie con quien hablar. Nadie, excepto el Dios de su abuela. ¿Podría este Dios invisible salvarla?
A pesar del descenso en la Lista Mundial de la Persecución, los cristianos de Afganistán se encuentran en una situación extrema. Decenas de miles de personas abandonaron el país. Cientos de colaboradores de las Naciones Unidas fueron asesinados. La comunidad cristiana quedó completamente expuesta. Sus vidas estaban en peligro.
«La gente normal vive en gran peligro en Afganistán», indica un contacto local. «Cuando se despiertan, no saben si llegarán vivos a esa misma noche, y cuando se acuestan, no hay seguridad de que se despertarán a la mañana siguiente».
Rebeca es una trabajadora de campo de Puertas Abiertas que sirve a las refugiadas norcoreanas que han huido a China o han sido víctimas de trata. Si es descubierta, pasará el resto de su vida en prisión.
Sin embargo, para ella es un riesgo que merece la pena. «Es un riesgo que estoy dispuesta a asumir por compartir el Evangelio», indica Rebeca. «Las mujeres a las que voy a ver corren un riesgo mucho mayor».
La protagonista de esta historia simplemente quería convertirse en el orgullo y la alegría de los líderes supremos de su país, Corea del Norte. Era una atleta destacada. Sin embargo, todo se truncó cuando, estando en el instituto, fue llamada a ser parte del equipo nacional y sus padres se negaron rotundamente porque eso suponía que tenía que irse sola a Pyongyang.
Los años pasaron y la crisis en el país empeoró. Los estudiantes se desvanecían en las clases por causa de la desnutrición. El gobierno trató de mantener la calma, pero estaba claro que permanecer en el país era una sentencia de muerte. Así que nuestra protagonista decidió huir para sobrevivir. Su viaje la llevaría a China, donde su vida cambiaría para siempre de una forma que ella no podía imaginar.
Durante los últimos 30 años, Puertas Abiertas ha publicado la Lista Mundial de la Persecución, que clasifica a los países donde la vida es más difícil para los cristianos. Si has leído la lista, has orado por lo que representa y has dado un paso al frente por ellos, gracias. Nuestra visión continúa siendo la misma que cuando comenzamos nuestra investigación: hacer posible que ningún cristiano tenga que enfrentar la persecución en solitario.
Los cristianos iraníes tienen que vivir su fe en el más absoluto secreto, ya que, de ser descubiertos, podrían enfrentar inimaginables consecuencias. Esto se vuelve especialmente real durante el periodo navideño, cuando los creyentes tienen que celebrar de manera clandestina.
Es el caso de Elahe y su familia, quienes celebran la Navidad en enero, coincidiendo con el cumpleaños de su hija. «Así evitamos que sospechen de nosotros», indica Elahe. Estos creyentes escogen celebrar a Jesús en medio de la opresión más cruel.
Apo perdió a su padre hace 9 años, cuando él solo era un bebé. Robert (su padre) fue secuestrado por los extremistas por causa de su fe y nunca volvieron a saber de él. Apo es un niño inquieto, difícil de retener más de varios minutos en un mismo lugar. Tras este tiempo, vuelve al patio del colegio con su balón para unirse al resto de niños.
Nadie puede predecir el mañana, pero hay algo seguro: estos pequeños tienen una oportunidad gracias a ti. Aunque no podemos librarles del sufrimiento, con tu oración y apoyo les hemos proporcionado las herramientas para enfrentarlo y ahora tienen un futuro y una esperanza.
Cuando Mimi tenía 4 años, ISIS irrumpió en su vida y la cambió para siempre. Aunque ella era demasiado pequeña para recordar los detalles, sí es consciente del miedo que experimentó su familia.
Sin embargo, gracias a tu oración y apoyo, niños como ella han encontrado una nueva esperanza y tienen futuro en su propio país. Este año, Mimi podrá disfrutar de la Navidad junto con su familia y sus polluelos.
Sonriente, rodeada por el amor y el calor de su familia, Valentina, de 15 años, se emociona cuando llega la Navidad. Esta vez será singularmente especial porque estará en su casa, en medio de las hermosas montañas de Colombia. «Para mí, la mejor Navidad es la que paso con mi familia», dice.
Pero ese momento de felicidad será breve. Valentina y su hermano pequeño Elver, tendrán que regresar pronto al Hogar Infantil de Puertas Abiertas, donde viven y asisten a la escuela. Pasará un año antes de que puedan volver a casa. Permanecer en su hogar no es una opción, ya que su fe les convierte en objetivo de una persecución intensa.
En un 22 % de los países enlistados en la Lista Mundial de la Persecución se denunció el uso de la seducción selectiva, algo que afectaba especialmente a las adolescentes cristianas. Así, los perseguidores se aprovechan de las vulnerabilidades superpuestas por razón de la edad, el género y la identidad religiosa.
Se trata de actos que pueden llevarse a cabo contra minorías religiosas con impunidad, ya sea porque la ley no ofrece protección o porque a nivel social los perpetradores están empoderados de tal forma que las víctimas no pueden hacer nada para que se haga justicia.