
Muchas veces nos encontramos atravesando situaciones tan difíciles que desearíamos que terminasen pronto; en nuestra ignorancia tratamos de ayudarle a Dios; lejos de ayudar, echamos perder sus planes y abortamos el proceso.
Una de las cosas que mas difíciles cuando estamos atravesando por el quebranto, es esperar en Dios. En la espera, Él se manifiesta a si mismo de una forma que nosotros no habríamos podido ver si no estuviéramos siendo sacudidos.
Cuando buscamos la forma de terminar el proceso por nuestra propia cuenta, estamos peleando contra la voluntad de Dios; esa es una de las cosas mas desastrosas que podríamos hacer.
Yo prefiero humillarme voluntariamente, a que Dios tenga que enviar al examinador a humillarme. Te aseguro que es preferible levantar las manos y rendirse voluntariamente delante de la presencia de Dios, a ser obligados a humillarnos por la escuela del dolor.
El Espíritu Santo entra con nosotros al desierto, esperando a que aprendamos la lección, esperando a que nos rindamos y humillemos nosotros mismos, de modo que podamos escucharle hablar.
Personalmente he pasado por la escuela del quebranto muchas veces; es en ese desierto donde Dios permite que quedemos aislados de todas las personas, que se acallen todas las voces que gritan en nuestro interior, para que podamos escuchar con claridad su voz.
En lo más difícil de mi proceso, cuando se me acabaron las fuerzas, y ya nadie podía ayudarme; todavía había una persona a mi lado; el Espíritu Santo aún permanecía allí, en silencio en medio de la crisis.
Él es un caballero que esta esperando a que le invites a ayudarte; si tu no le permites, Él no va forzarte a hacer su voluntad; el espera y desea que tu le invites; sufre en silencio al verte sufrir.
Yo le dije: Espíritu Santo podrías ayudarme en esta dificultad y me dijo solo una cosa, "Rindete".
Levanté mis manos, me arrodillé y comencé a llorar desde lo más profundo de mi corazón; me pasé toda la noche llorando y diciendo: "Yo me rindo, yo me rindo"; no sabía que más decir, han sido las palabras mas sinceras por venían de un corazón quebrantado. Esas palabras tan simples pero cargadas de tanta verdad fueron suficiente para que el proceso terminase.
Si hubiese seguido peleando contra la voluntad de Dios, quizás todavía estuviera en el proceso todavía. Rendirse a la guía y voluntad del Espíritu Santo no es una fórmula, sino un estilo de vida que abre cualquier puerta que se encuentre cerrada.
Si hasta este momento has estado peleando contra Dios, te invito a que te rindas delante de Él y sueltes el control de la situación; deja que Él haga su voluntad porque su voluntad es lo mejor que puede pasar si aprendes lo que el proceso te quiere enseñar.
Te bendigo.