
En la isla de Itaca, escondido de los sabuesos arcontes, en me dio de la salvaje fauna, Bóreas se había recuperado física y emocionalmente. Utu, con ayuda del soldado nórdico, logró bajar a Bóreas del ár bol en que se había atorado. Con la sangre en la cabeza durante nueve días, fue un milagro que aun tuviera pulso.