
Un lamento largo, un gemido seco. Del charco en el piso, a unos metros de Kamprupaigne, líder orco, un brazo cadavérico salió, buscando donde apoyarse. Segundos más tarde, el otro brazo hizo lo mismo. Ambos se impulsaron para que del charco de agua sucia emergiera un cuerpo sin vida, un cadáver ocupado por energía necro.