
Dicen que el mal se aprende… otros aseguran que se hereda.
Pero ¿qué pasaría si descubrieras que en tus propias células duerme la sombra de un asesino?
Un error en la cadena genética… una mutación mínima… puede abrir la puerta a la ira, a la violencia, a la sangre.
El crimen se gesta cuando esa chispa biológica se encuentra con la cuna rota, con el abandono, con el abuso.
Y entonces… lo inevitable despierta.