
La dureza de corazón es la característica principal del muerto en delitos y pecados. El profeta Ezequiel describe al hombre no regenerado como teniendo un corazón de piedra, cuando dice, al describir la obra regeneradora de Dios en el pecador:
Ezequiel 36:26 RV60
[26] Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Es decir, antes de la obra regeneradora del Espíritu Santo, el ser humano se encuentra muerto en delitos y pecados, como lo describe el apóstol Pablo al decir:
Efesios 2:1-5 RV60
[1] Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,[2] en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, [3] entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. [4] Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, [5] aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
Es decir, la persona nace enemiga de Dios, muerta en pecados, con un corazón de piedra, naturalmente enfurecido contra Dios, contra todo lo bueno, todo lo justo, todo lo celestial, y de no ser por intervención divina, el ser humano nace, vive y muere en completa enemistad con Dios, incapaz de hacer lo bueno, incapaz de obedecer a Dios, incapaz de reconocer su pecado.