
Hay voces que por más que intenten ser silenciadas, terminan haciéndose más fuertes. El Temach no busca aprobación, pero lo que dice difícilmente pasa desapercibido.Su manera de ver la vida parte de la razón, sin ignorar las emociones. Habla del amor sin disfraces y de la responsabilidad como una elección que define el carácter. Ve la infidelidad como una muestra de lo fácil que es perder el rumbo cuando no hay control, y la cuestiona sin suavizarla. Para él, pedir ayuda no es debilidad, es conciencia. Y en un tiempo donde el deseo parece estar por encima de todo, insiste en recuperar el equilibrio que muchos ya olvidaron. Vivir en “Modo Guerra”, como él lo llama, no es estar a la defensiva, sino mantener la mente alerta, enfocada y preparada para no caer.Es consciente que para muchos es el malo de la película y lo asume sin conflicto. Aprendió que su propósito no depende de agradar, sino de servir, y que ayudar a otros es la forma más limpia de mantenerse en su camino, incluso si eso implica cargar con la incomodidad de ser malinterpretado.Detrás de sus ideas hay coherencia. En su voz conviven el esposo que se conmueve al hablar de su pareja, el hombre que imagina educar a una hija con valores y el pensador que sigue firme aunque lo recorten en clips. Su mensaje no busca eco, busca criterio.