
Todos sabemos que hay cosas que parecen buenas pero son engañosas: un negocio que promete mucho y falla, o alguien que parece confiable pero nos lleva por mal camino. ¿Cómo sabemos qué es verdadero y qué es falso?”
Israel enfrentó la misma situación: falsos profetas y presión cultural que podía desviarlos de Dios.