Después de una ruptura, de una pérdida o de cualquier golpe duro, parece que todo se acaba. Pero el dolor no es el final. Aquí te cuento cómo aprendí que siempre hay vida… después del dolor.
Dios no es religión, es amor y vida. Nos recibe tal cual somos y se manifiesta en lo cotidiano, en formas únicas para cada uno. En este episodio comparto un poco de mi relación personal con Él, cómo lo vivo y cómo lo siento.
A veces nos exigimos tanto que olvidamos lo obvio: seguir aquí ya es un acto enorme. En este episodio hablamos de esos días en los que no hay respuestas, pero sí una certeza: respirar, estar, sentir… puede ser suficiente.
Cultiva conexiones duraderas en tu vida, todo no es temporal, muchas cosas son para siempre.
Aprender a soltar en este mundo donde las relaciones se han vuelto muy vanas y frágiles, donde es más fácil terminar que empezar, se hace cada vez más complicado, cada vez más difícil.