
Hoy se cumplen 23 años de la muerte de Balaguer y aunque el velorio duró tres días y ya el cuerpo mostraba signos de deterioro que los reformistas evitaban se mostraran al público, no hay duda de que desde el folklor del entierro físico hasta por las discusiones por la herencia política el alma de Balaguer debe seguir en pena.
Yo no puedo olvidar la jornada porque fue el día en que más hablé en mi vida.
La transmisión del entierro con Pepe Goico delante de la cureña que llevaba el cuerpo del líder, ha sido sin duda la más larga de la historia dominicana. 13 horas hasta que Alexis Joaquín hizo prevaler su condición de hijo para pronunciar un discurso que escuchó una familia agotada y un público de borrachos y periodistas más que cansados hartos.
En esas 13 horas de transmisión se habló de todo lo habido y se especuló de lo por haber. Pero quedó claro que Balaguer igual que no reconoció hijos no reconoció herederos políticos y su partido se fue con él.
Hay gente que habla de las ideas ideas Balaguer, que no son tales porque la única idea de Balaguer era estar en el poder y lo propio compartían sus seguidores que se han dividido para estar en el poder con todos los gobiernos desde el 96 hasta la fecha.
El balaguerismo no ha podido ser expulsado del imaginario nacional aunque le ocurre algo peor se diluye en la miasma de su práctica política. De vez en cuando escuchamos al gordito de Jarabacoa o a Quique Antún hablar de Balaguer a pesar de que hay una generación que no tiene porqué conocer de su anciano líder.
El Partido Reformista existe como sigla para la negociación y se dice que hay una garata por el único bien físico que le queda que es su local.
Hay poca gente que se diga reformista lo que asociado al quinto lugar que le ha puesto la JCE en una posible boleta electoral deja poco que ver. Ni el redondeo de Rogelio retomará la grasa a los reformistas, que como ya dije simplemente se diluyen.
Pero el clientelismo sigue y crece, la corrupción que se paraba en la puerta de su despacho sigue y la idea de la modernidad y el cambio está reducida como hace 30 años a los edificios y las avenidas.