
A veces creemos que el desapego es un acto grandioso, un momento trascendental… pero también puede ser algo simple, cotidiano, casi imperceptible. En este episodio comparto una experiencia mínima que me dejó pensando en cómo se siente realmente soltar. Sin dramatismo, sin aplausos, sin esperar nada a cambio. Como si la generosidad no fuera una virtud sino una forma de estar en el mundo.