
Con Susana González Izquierdo, psicóloga de la Unidad Funcional de Prevención de Conducta Suicida del CAUBU, y Alberto Matías Sanfrutos, psiquiatra de la Unidad Funcional de Prevención de Conducta Suicida del CAUBU.
MODERA: Jesús J. de la Gándara, psiquiatra y escritor.
La tendencia instintiva primordial de los seres vivos es la conservación de la propia vida. Sus alteraciones pueden comprometerla y acabar con el suicidio como exponente máximo. La discusión sobre si el suicidio es la mayor expresión del sufrimiento humano o una demostración de su libertad máxima es tan vieja como la humanidad.
Algunos datos significativos: El suicidio es la primera causa “no natural” de muerte, con casi 4000 casos por año en España. Se estima que los trastornos mentales solo suponen un 30-40% del total de las muertes por suicidio, el resto se explican por otras condiciones. Los suicidios juveniles han aumentado hasta ser en esta población la primera causa de muerte. Pero la gran plaga de suicidios se concentra en personas mayores y hombres. Lo realmente preocupante es que el suicidio se mantiene resistente a las prevenciones y soluciones en las últimas décadas y en el mundo entero. Esto nos obliga a reflexionar sobre qué es el suicidio, cómo se detecta, se aborda, se trata y se previene.
En general podemos aceptar que el suicidio es resultado de un estado mental patológico, al que se llega por numerosos determinantes intermedios y causas finales. Esa verdad absoluta tiene cierto margen de error, pero aceptarla es la única manera de poner en marcha los planes de detección, diagnóstico y tratamiento, que en definitiva son los únicos que consiguen detener suicidios en fase de planificación y decisión, y secundariamente reducir las tasas poblacionales de suicidio, así como diseñar planes preventivos realmente eficaces.
Obviamente para explicar bien esto se necesitaría un video podcast de años de duración, pero en este al menos hablaremos claro y directo, entre otras cosas sobre si realmente es bueno o no difundirlo en medios y redes sociales.
Pero lo que sí sabemos seguro es que: “Nadie nunca se ha suicidado por preguntárselo, pero a muchas personas que lo hicieron, nadie nunca se lo preguntó”.