El Espíritu Santo te dio un don, no para que te quedes sentado, sino para que seas parte del mover sobrenatural de Dios en su iglesia.
La generación de la undécima hora vivirá no por lo que merece, sino por lo que Cristo ya ganó en la cruz.
Dios quiere poner en orden tu vida porque quiere llenarte de su Espíritu Santo.
Cuando Dios señala el pecado no es para condenarnos sino para restaurarnos y transformarnos.
Cuando lideramos sacrificialmente como Jesús modeló en la cruz, el poder transformador del Evangelio se activa en la iglesia.
Dios no nos ha llamado a ser perseguidores de milagros ni de revelaciones, sino a ser seguidores de Jesús.
Cuando amurallamos nuestra familia, creamos el ambiente propicio para que el propósito de cada uno se cumpla.
Una relación con el Espíritu Santo nos lleva a vivir una vida sobrenatural.
Cuando le das a Dios cosas que Él no te ha pedido, eso habla de tu corazón.
Donde otros ven caos el Espíritu Santo está viendo potencial.
Lo que ya tienes hoy, en manos de Dios, es suficiente para cumplir Su propósito.
Dios está hablando pero nosotros no siempre estamos escuchando.
A veces, la relación correcta no te coloca en el centro de atención, pero te lleva a ser parte del plan de Dios para la vida de alguien más.
A veces lo que Dios te pide hacer para ver un milagro no tiene sentido, pero eso nos recuerda que se trata de fe.
La cruz es el punto de encuentro entre tu problema y tu solución.
No utilices la confianza de alguien más para acercarte a Dios.
El nivel en el que experimentas a Dios está directamente relacionado con tu decisión de caminar en santidad.
Dios no necesita que organices tu vida para que Él sea parte de ella; Él quiere que lo invites al desorden y caos para transformarlo.
La espera puede ser larga, pero si mantienes la fe y la expectativa, hoy puede ser el día para recibir el milagro que has estado esperando.
La forma en que hacemos nuestro trabajo debería ser nuestra principal forma de adorar.