
El proceso de envejecimiento se caracteriza por la acumulación gradual de daños moleculares y celulares, los cuales resultan en una disminución progresiva de la capacidad física y mental, así como un incremento del riesgo de enfermedades crónicas y la mortalidad.
A nivel global, la población de adultos mayores de 60 años está experimentando un notable crecimiento exponencial, proyectándose alcanzar los 1,400 millones para el año 2030 y posiblemente los 2,100 millones para 2050, lo cual está provocando una transformación profunda en la estructura demográfica mundial. Este cambio demográfico, que inicialmente se observó en naciones con altos ingresos como Japón, ahora se está expandiendo con rapidez a países de ingresos medios y bajos, desafiando las políticas públicas y sistemas de salud globales.
Paralelamente, enfermedades como el Parkinson están viendo un aumento preocupante en su prevalencia a nivel mundial. Investigaciones innovadoras en biomarcadores y tratamientos emergentes, como el ambroxol y la lixisenatida, están generando esperanzas renovadas para transformar el manejo y la progresión de esta compleja enfermedad neurodegenerativa. Estos avances subrayan la urgencia de continuar desarrollando nuevas terapias que permitan un diagnóstico precoz y un tratamiento más efectivo, mejorando así la calidad de vida de los adultos mayores afectados por condiciones crónicas asociadas al envejecimiento.