
Dios nos llama a expandirnos en fe, servicio y obediencia, pero este crecimiento no es fácil. Requiere una fe inquebrantable, capaz de resistir las pruebas y confiar en Dios, aun en la adversidad. Jesús nos advirtió sobre las aflicciones del mundo, pero nos aseguró que Él ha vencido (Juan 16:33). La historia de Sadrac, Mesac y Abed-Nego nos muestra cómo confiar en Dios incluso ante el peligro. Ellos no se inclinaron ante la presión del rey, sino que decidieron obedecer a Dios, sin importar las consecuencias. Su fe firme nos desafía a depender de Dios, sabiendo que Él está con nosotros en cada prueba. Que esta enseñanza nos impulse a vivir con valentía, confiando en la fidelidad de Dios en todo momento. ¡Él nunca falla!