Leyenda del Caribe Colombiano

La gente decía que hablaba con las sombras, que no dormía, y que, por las noches, desaparecía sin dejar huella. Hasta que una niña la vio. La Custodia, de pie frente a un espejo. Sosteniendo un cabello y una vela encendida. Sus labios murmuraban algo… y luego… su cuerpo cambió. Plumas surgieron de su piel. Sus huesos se quebraron para volverse aire.Y de pronto… era una lechuza.

Primero aúllan los perros. Luego, el aire sedetiene. Y cuando el silencio pesa más que el calor… La Mala Hora ya está aquí.

Dicen que en algunas noches, justo antes de que el gallo cante, una luz arde entre los árboles… y no es del cielo.

La Isla Pensilvania, un pequeño cuerpo de tierra que pertenece al municipio Sitionuevo (Magdalena), es el lugar donde inició una imponente obra en 1974: la construcción del puente Laureano Gómez, más conocido como el Puente Pumarejo, en honor al dirigente barranquillero e impulsor de la obra, Alberto Pumarejo. Este puente conectaría Barranquilla con la Isla de Salamanca y el resto del país, facilitando el tránsito hacia Ciénaga y uniendo a los departamentos del Caribe Colombiano. En su época, fue el puente más largo de Colombia, con pilotes que alcanzan profundidades de hasta 30 metros en el río y sostenido por 56 columnas de concreto.

El dragoneante Manrique quedó haciendo guardia en una de las muchas sillas que había en el pasillo, era medianoche y el cansancio ya empezaba a manifestarse en su mirada y en la manera de abrir y cerrar los ojos cada vez más lento, mientras Manrique intentaba mantenerse despierto se le acercó una monja muy amable a ofrecerle un té caliente para que recobrara energía...

La hacienda Yerbabuena es un emblemático lugar del municipio de Chía a las afueras de la ciudad de Bogotá. Sus orígenes datan de mediados del siglo XVI cuando finalizaba la campaña conquistadora. Aunque documentos históricos ubican su existencia desde la época prehispánica.

Se dice que este vasto terreno pertenecía a los muiscas, quienes solían adorar a la diosa Chía en ese lugar.

En Valledupar, un municipio colombiano, capital del departamento del Cesar, ubicado a orillas del río Guatapurí, río que ha sido poesía e inspiración en cientos de canciones y elemento protagonista en el folclor vallenato, aconteció un evento sobrenatural.

Entre el corregimiento de Villa Martín Macho Bayo, cerca al municipio de Riohacha, del departamento de La Guajira, por donde llegaron precisamente los primeros acordeones a Colombia y el municipio de Plato del departamento del Magdalena, se disputan la existencia del legendario Francisco El Hombre.

Henry Morgan, de ascendencia galesa, vivió una tranquila infancia entre valles galeses y verdes pastizales, de niño siempre sintió curiosidad por el mar. En el lugar en el que vivía con sus padres siempre llegaban las noticias de lo que ocurría en las Indias, historias de guerras, marineros, bucaneros y tesoros, historias de las que Henry quería ser parte.

Se estima que casi a sus 14 años con engaños fue raptado en Bristol por unos bucaneros y vendido con un contrato a 5 años a un dueño de una plantación en una isla en Barbados.

A principio de la década de los años 80 del siglo XX, un día de febrero, en la iglesia Inmaculada Concepción de la ciudad de Barranquilla, se celebró una gran boda, se trataba de la joven pareja Blanca Vilar de 17 años oriunda de Barranquilla y de un joven libanés Yesaia Mohamed, de 22 años. La celebración transcurrió con mucha normalidad, alegría, risas, brindis, banquete, abrazos, música y fotografías. A la hora de partir a la luna de miel, los invitados de la fiesta despidieron a la joven pareja con una caravana de vehículos. La caravana avanzó entre pitos, alcohol y un grupo vallenato, pero una peligrosa vía que conduce a Puerto Colombia, conocida como la curva del diablo...

Como ocurre con muchos personajes que cambiaron la historia, el mito o la leyenda envuelven también la existencia de la India Catalina. Muchos historiadores, cronistas y documentos que reposan en el Archivo General de Indias en Sevilla dan rastros de su existencia.

De los seres más terribles, sanguinarios y abominable y que impera en los mitos de las remotas montañas vírgenes de Colombia, que ha perturbado y asustado a las mentes campesinas, La Patasola.

La llorona tiene sus antecedentes en el período prehispánico, en el que se le relacionaba con deidades e incluso belleza, también con los poderes de la naturaleza, el más allá, la maternidad, la oscuridad y la noche. Desde el período prehispánico, durante la Colonia y hasta nuestros días, esta leyenda ha sufrido transformaciones.

A Saúl, un intenso deseo lo desbordaba, lo inducía a fisgonear a las mujeres que se bañaban en el río y temiendo ser descubierto no le quedó otro camino que acudir a la magia.

Se dice que el Mohán era un hechicero, que pudo ver la llegada de la conquista de América y que también pudo ver el dominio, la esclavitud, la humillación, el sufrimiento y sometimiento a los nativos. Este hechicero, queriendo evitar lo inevitable, tomó la decisión de desaparecer usando su magia, se llevó con él sus riquezas rumbo hacia el fondo de las aguas. Pero por esto, pagó un precio.

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