
En el Reino de Dios, la grandeza no se mide por aplausos ni por estatus. Allí, el camino hacia lo alto comienza por bajar.
Jesús, al ver a sus discípulos discutir sobre quién sería el más grande, les dijo: "El que quiera ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos." (Marcos 9:35).
En nuestro mundo, ser primero es sinónimo de poder. Pero en el Reino, es sinónimo de servicio. Es agacharse para lavar pies, es ceder el lugar, es servir en lo invisible.
El que se humilla será exaltado, y el que se exalta será humillado.” (Mateo 23:12)
¿Qué lugar buscas en la fila? ¿El del que es visto… o el del que sirve con amor?
Solo los que se hacen últimos, descubren la verdadera grandeza.