
En el Reino de Dios, el amor no se mide por lo que sentimos, sino por lo que decidimos hacer. Jesús dijo: “Pero a ustedes que están dispuestos a escuchar, les digo: amen a sus enemigos. Hagan bien a quienes los odian. Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman.” (Lucas 6:27-28, NTV)
Este tipo de amor no es natural, es sobrenatural. No nace de nosotros, nace de Dios. En un mundo donde devolver mal por mal parece justo, Jesús nos llama a romper el ciclo con gracia.
“Si amas solo a los que te aman, ¿qué recompensa tienes? Aun los recaudadores de impuestos hacen eso. Y si solo saludas a tus hermanos, ¿qué haces de más? Aun los gentiles hacen eso.” (Mateo 5:46-47)
Amar a quien nos hiere no es debilidad, es poder del Reino. Porque sólo un corazón transformado por Dios puede responder así.
¿Y tú? ¿A quién necesitas soltar hoy… para amar como Él?
Amar como Jesús no tiene sentido... excepto en su Reino.