1) Orar: La oración es elemental en nuestra vida, es la que nos recuerda que todos somos hijos de Dios y que necesitamos de Dios. Es ese momento de silencio y de meterte en vos mismo que te permite sanarte y encontrarte. Es la oración lo que te hace dar cuenta que nadie es más que nadie y que todos necesitamos de Dios porque, como siempre digo, “en el ajedrez y en la vida, después de terminado el juego se pone en la misma caja al rey y al peón”. Por tanto, busca tu momento de oración y trata de refugiarte en el mismo Dios que está en tu interior. Date esa oportunidad de reencontrarte con vos y con Dios.
2) Nuestro: El Padre nuestro es la oración más antigua que tenemos los cristianos y allí está la síntesis de lo que pedimos y necesitamos. Es por ello que lo rezamos varias veces al día, porque reconocemos que Dios es Padre de todos y que sabemos que necesitamos de Él para salir adelante y, por sobre todo, para que no nos deje caer en la tentación. Siempre en la vida tendremos tentaciones, no es que hay que evitarlas sino superarlas. Superar las tentaciones no pasa por aguantar y tener voluntarismo, pasa por un abandono en Cristo.
3) Pidan: No dejes de pedir a Dios lo que necesitas. Siempre digo que “Dios aprieta, no ahorca, pero te deja bien moradito”. No dejes de buscar la presencia de Dios y no dejes de pedir a Dios, porque siempre está allí, aunque a veces nos cueste verlo o entenderlo. Pedí a Dios lo que necesitas y rogale que te ayude a ver lo que realmente necesitas. Algo bueno está por venir.