
La culpa se puede describir como una sensación de malestar, es un sinsabor que alimenta la intranquilidad y desasosiego, por ser uno mismo el que se sienta en el banquillo de los acusados y se hace su propio juicio sobre lo que cree que se hizo mal generando un desgaste emocional que puede durar por un largo periodo de tiempo.
La noticia de ser padre de un hijo con necesidades específicas puede estar encadenada a diversas emociones, entre ellas la culpa pudiendo ser consciente o no, hay formas de asumirla, como el sacrificio, ir al pasado y buscar si se fue o no buena persona y dar explicación de lo sucedido, o presentar remordimientos, también se generan acciones de sobreprotección compensatorias impidiendo que ese hijo pueda crecer, madurar a su propio ritmo, ser más autónomo e independiente.
La culpa también debe tener sus tiempos, un inicio y un fin y entre el inicio y el fin nos permite saber sobre lo que se puede enmendar o no y sobre lo que se puede mejorar para llegar a la meta que es la superación.