
¡Oh, obsesión! ¡Querida obsesión…! ¡Ya es hora de despedirnos!
Arañabas mi alma, congelabas mis sentidos y me bloqueabas el corazón, latía cada vez más rápido, el aire no llegaba a mis pulmones. Estaba ciega, sorda y muda, estaba en otro lugar, fusionada contigo, absorbida por ti.
Gracias, sé que me has ayudado mucho en momentos muy difíciles, fuiste un mecanismo de defensa al que me agarré de forma útil en su momento, sé que tapabas algo que mi cabeza no podía asimilar todavía, algo que por mucho que quisiera no sólo no podía comprender sino que no podía ni llegar a imaginar. Mi inconsciente estaba sumergido, estaba perdido y no supe acceder a él. Me hiciste sentir la muerte en vida, el vacío, la locura, la pérdida de control y me has hecho tener tantos y tantos miedos irracionales que te convertiste en mí, llegaste a fusionarte con mi identidad, llegué a creer que yo era tú, llegué a sentir la locura rozar mis venas y preferir la muerte a la vida. Quizá cuando era una niña te necesité en algún momento, pero ingenua de mí me confundí y te dejé acomodarte a tus anchas fusionándote conmigo. Dejé de crecer y conocerme, pues sólo existías tú, la vida fuera avanzaba pero dentro de mí sólo estabas tú… tú y tú, solo tú. Al despertarme, al acostarme y dentro de mis sueños, siempre tú, siempre haciendo ese ruido, siempre llevándome al límite, siempre con esa sensación de pánico a la que me acostumbraste. Y por acostumbrarme creí que la vida era eso, sufrimiento, estrés y dolor, me acostumbré a vivir contigo, me acostumbré a vivir en ti, eras mi refugio, mi casa, mi familia y mi todo, ¡creí que eras yo!
Pero... ¿Sabes qué? Ahora he logrado hacerte tu lugar, distanciarte de mí, de mi consciencia, de mi esencia. He comprendido que tenías una función pero ya la has cumplido, así que ahora te guardo en el armario de los recuerdos porque sé que, aunque yo quisiera, no vas a desaparecer totalmente, pues has existido. Siento decirte que cada vez que intentes salir de tu armario a coger el papel protagonista te volveré a enviar a tu sitio así que… ¡te comunico que tu función ha terminado!. Oh obsesión, dulce obsesión… llegaste a hacer tanto ruido sin sentido que pensé que había enloquecido, llegué a quererme morir porque no comprendía una vida contigo en mi mente sin sentido, obsesión sin razón, simplemente eras emoción, eras dolor, eras sufrimiento, sentía un vacío tan profundo que erróneamente lo llené contigo y tú me producías a la vez un dolor tan intenso que confundí la vida con ello, al límite, sobrevolabas todo, sobresaltabas por encima de todos, sólo tú existías y jamás comprendí la vida sin ti, sin esa emoción desesperante, inconscientemente te asocié a la sensación de estar viva, mi vida eras tú. Tapabas la vida y poco a poco me acercabas a la muerte, esa muerte tan terrible, tan temida, y esa sensación de irrealidad, yo estaba en mí sin estar conmigo. Cuerpo presente, mente ausente. Mi cuerpo vegetaba por el mundo mientras mi mente se iba contigo… contigo hacia un pozo sin fondo, hacia lo absurdo, hacia lo oscuro, llegando a sentir el fuego del infierno en mis venas.
No afrontaba mis miedos porque me refugiaba en ti, eras mi escondite, pero he aprendido que eso sólo me hará perder las oportunidades y personas que me brinda la vida. Obsesión, siento decirte que te he pillado. Que a pesar de que creyeras que eras la única opción de vida que existía en el mundo, he descubierto que sólo eres una pequeñísima parte. He aprendido a bajarte el volumen y avanzar, a llenar mi vida de lo que yo elijo, desde mi esencia, desde mi consciencia.
...
Fdo. Consciencia