
Fer Molina cargaba con el dolor de un hogar en conflicto y la ausencia de su papá. Su refugio fue una relación que parecía amor, pero solo la alejaba del propósito de Dios. Sin embargo, la fe y oración de su madre abrieron el camino para que Cristo llegara a su vida. Dios sanó su corazón, restauró su familia y le mostró un nuevo futuro lleno de propósito.