
Aunque conocía a Dios, Leticia se había alejado, pero los problemas de su matrimonio comenzaron a dejar huellas en sus hijos. En medio del caos, decidió ir a la iglesia para protegerlos, sin saber que Dios los estaba esperando para transformar sus vidas. Hoy, pelea por ellos de rodillas, y vive bajo la gracia de Dios.