
Dicen que el arte está hecho de pinceles, de mármol, de pigmentos. Que debe colgarse, conservarse, admirarse en silencio desde una distancia prudente.
Pero a veces el arte no tiene forma. No se cuelga. No se toca.
Solo se siente.
Y eso basta.
Esta historia no habla de cuadros ni esculturas. Habla de una mujer sentada en silencio.
De una sala llena de gente que no sabe por qué llora. De un instante de verdad que atraviesa el cuerpo y se queda.
Si alguna vez has sentido un nudo en la garganta frente a algo inexplicable, entonces ya lo sabes:
eso también es ARTE.