
El ego es la manifestación de nuestra falta de autoestima, de nuestro infravalorado autoconcepto. Es la manifestación misma de nuestros miedos y debilidades.  Esto nos hace no querer afrontar  nuestros propios errores, nuestros fallos, y si esto es así, ¿cómo seremos capaces de mejorar. No podremos nunca aprender de nuestros errores, si no somos capaces de aceptarlos.
 La humildad, por el contrario, es la manifestación de la fortaleza, de la confianza en uno mismo y del camino del buen hacer.  Aceptar con humildad nuestros errores nos hará dignos nos hará fuertes y nos procurará mejorar para por lo menos intentar cometer los menos.