
Mucha de la teología cristiana pasa a través de la pluma de Pablo. Es innegable que este apóstol misionero nos tradujo su experiencia de Jesús en su predicación en las ciudades que visitaba y en las cartas que mandaba. Vemos en Éfeso un deseo creciente para la unidad, tanto de mente como corazón. Pablo hace eco de la oración de Jesús, “que sean unos, como tu y yo somos unos.” Mientras se iba difundiendo el evangelio por muchas partes, Pablo entendió que el cuerpo místico, más que nunca, necesitaba unidad de cara a las divisiones internas y amenazas externas.