
Una de las glorias que el Señor le permite al hombre es que le conozcamos, pero no de conocerle de sólo saber quién es sino saber cómo es Él. Hace un poco tiempo una pastora querida en nuestra iglesia nos enseñaba que hay una pequeña gran diferencia entre conocer de Dios y conocer a Dios.
El conocerle fomenta nuestra identidad, y esa se forja en el conocimiento...
Miremos algunos casos en la Escritura de personajes que se encontraron con Dios, y tuvieron esa experiencia de conocerle que volvió tan personal, que ya no era “el Dios” sino “mi Dios” ...
Hoy deseo en el Señor que nos encontremos como estos personajes al Señor haciéndolo tan cerca que se volvió propio... se vuelva el Dios suyo y el Dios mío.