
Esta vez no hay tormenta, pero sí cicatrices.
Grabado desde la tumbona, a 23 grados, con la noche cayendo y los insectos alborotados.
Hablo de lo que pasa cuando vuelves al trabajo después de una baja larga y tu cuerpo ya no es el mismo.
De lo que se siente al pasar de Madame a Becaria.
Del miedo real, de las piernas que no responden, del mar que ya no calma.
De todo eso que no te enseñan cuando la vida se rompe un poco y tienes que aprender a recomponerte sin manual.