
La expansión de la inteligencia artificial plantea desafíos filosóficos, éticos y políticos que exceden el plano técnico. Esto lo puso sobre la mesa Miguel Pastorino, doctor en Filosofía y máster en Bioética, en un reportaje con La Diaria, días pasados.
Para Pastorino, esta tecnología no es moral ni filosóficamente neutra: está atravesada por intereses económicos y políticos que condicionan su diseño y aplicación.
En su análisis, la IA no sólo transforma las prácticas sociales, sino que redefine las nociones de libertad, verdad y conocimiento, generando un cambio antropológico profundo.
Pastorino advierte que el poder tecnológico tiende a concentrarse en pocas manos, lo que configura una forma de dominio tecnocrático que amenaza la deliberacióndemocrática.
El filósofo sostiene que la inteligencia artificial puede procesar información, pero no sustituir la conciencia humana ni la capacidad de reflexión y juicio.
Cuando las sociedades delegan su esfuerzo mental en las máquinas, ceden parte de su libertad y capacidad crítica, entiende.
Frente al entusiasmo excesivo que despierta la IA, Pastorino propone una educación humanista y una reflexión interdisciplinaria que integren la dimensión ética del progreso tecnológico.