
Todos nos rompemos de vez en cuando y eso está bien. Querer que algo no ocurra, de alguna manera, es impedir que evolucionemos, avancemos y maduremos.
Nos rompemos cuando algo del exterior de pronto irrumpe en nuestro presente (aunque creo que los mayores rompimientos provienen de adentro).
Nos rompemos cuando creíamos que una herida había sanado pero todavía le faltaba un poquito más de tiempo.
Nos rompemos cuando descubrimos que le estuvimos dando mucha energía y tiempo a personas que ya cumplieron su ciclo en nuestra existencia.
Nos rompemos cuando no aceptamos, cuando nos resistimos a lo que simplemente es.
Romperse es cambiar de piel, mudar el alma (autoconciencia) de todos esos lugares que no eran nuestro hogar y encender la estufa para devolvernos el calor de estar en casa, luego del exilio, tras la tormenta.
Romperse es quedarse un poquito a oscuras para que el corazón se encienda de amor propio.
Romperse es un acto de valentía, es entregarse, liberar las ilusiones, recuperar las lágrimas, derrumbarse un poco para luego ser uno mismo quien se extienda la mano y con extrema dulzura decirnos:
¡VOLVAMOS A EMPEZAR!
Autor: Alezandoval (Instagram)