
El tercer capítulo, Unethical Therapist, empieza con una escena muy familiar: la cena de Shabbat. Joanne está en casa de los padres de Noah, intentando encajar en esas reuniones semanales que para él son sagradas.
A partir de ahí, el episodio se divide entre tres tramas paralelas: la fiesta de cumpleaños, el misterio del nuevo novio de Morgan y las dudas de Noah sobre su vocación.
La primera gran sorpresa llega cuando Morgan presenta a su nueva pareja: Andy. Al principio parece un tipo encantador, atento, un poco analítico... hasta que descubrimos que es su exterapeuta. La cara de Noah y Joanne lo dice todo.
Morgan lo justifica diciendo que ya no lo es, que la terapia terminó “la semana pasada”.
La incomodidad se dispara. Joanne sospecha que hay algo raro, y decide investigarlo, por supuesto sin sutileza. Recurre incluso a su madre, con la excusa de “ir a buscar los platos bonitos” para la fiesta. Bina, como siempre, se deja arrastrar por el entusiasmo. Terminan hablando en una sauna llena de trastos mientras planean la decoración y analizan al nuevo novio. Es un momento que mezcla comedia y ternura: dos generaciones de mujeres intentando entender las reglas del amor moderno.
La discusión en la sauna es una de las escenas más intensas del episodio. Se gritan, se acusan, se reprochan cosas antiguas. Morgan la acusa de juzgarla, Joanne responde que solo intenta protegerla. Todo acaba en lágrimas y portazos.
La serie vuelve a su patrón habitual: explosión emocional, silencio, y reconciliación al día siguiente. Porque sí, al día siguiente ya están tomando café y haciendo las paces. Morgan confiesa que lo que realmente le duele es sentir que su hermana no cree en ella. Joanne admite que tiene envidia: en el fondo, quiere una relación como la suya, aunque sea imperfecta.
Mientras tanto, Sasha y Esther siguen con su propio dilema. Bina les sugiere tener otro hijo, algo que Sasha empieza a contemplar con ilusión. Pero cuando la pareja lo habla caminando por la calle —él con un bol de cereales y ella con una taza de cerámica, detalle surrealista típico de la serie—, todo cambia. Ella sueña con viajar, probar cosas nuevas, recuperar libertad. Él quiere familia, estabilidad. Entre risas y evasivas, deciden dejar el tema en el aire, aunque sabemos que no está cerrado.
La jornada acaba con una escena entre Noah, Joanne y Bina viendo Pretty Woman en la cama. Mientras madre e hijo se besan, Bina levanta un auricular y sonríe: “Esta es la energía que necesito.” Es un momento entre tierno y ridículo, marca de la casa.
La parte más profunda del episodio la protagoniza Noah. Después de todo el caos familiar, vuelve a hablar con su antiguo rabino, el que ahora se dedica al buceo. En paralelo, vemos a Noah dando un sermón sobre la importancia de tomar decisiones, incluso con miedo. “El miedo es señal de que la decisión importa”, dice.
El antiguo rabino le responde: “Nos gustabas porque no eras como los demás. No sabíamos lo que ibas a decir, y eso era lo que te hacía especial.”
Ese intercambio resume todo el arco del episodio. Noah se da cuenta de que ha estado intentando agradar demasiado, seguir las reglas, hacer lo correcto... y ha perdido la voz propia que lo hacía único. Termina el capítulo anunciando que ese será su último sermón. No queda claro si deja la sinagoga o la religión, pero sí que está a punto de empezar un nuevo capítulo.
En este capítulo, el tema de fondo es la toma de decisiones. El primero trataba de hablar o no hablar, el segundo de soltar o retener, y este de decidir o quedarse paralizado. Todos los personajes están en una encrucijada: Morgan con su nuevo amor, Sasha con la paternidad, Noah con su vocación, Joanne con su miedo a perder el control.
Cada uno debe elegir si sigue haciendo lo mismo… o si se atreve a cambiar.