El segundo capítulo de la temporada, titulado “Leave It at the Tree”, arranca justo donde lo habíamos dejado: con Noah todavía digiriendo la llegada de su antiguo rival, Big Noah, el nuevo rabino.La escena inicial en la sinagoga marca el tono del episodio. Big Noah da su primer sermón, la gente lo escucha fascinada, y el Noah de siempre —el nuestro— intenta mantener la compostura mientras todos lo elogian. Hasta su amigo Lenny se deshace en halagos. Noah sonríe, pero se nota que le duele.La conversación con Bina nos deja otro conflicto: Noah no irá al Shabbat de esa semana porque Joanne no está invitada. La madre lo considera un evento “solo para familia”, lo cual no tiene mucho sentido teniendo en cuenta que su hijo vive con Joanne. Más adelante, vemos a Joanne, Noah y Morgan paseando por el mercado. Morgan está molesta porque Lenny no le hizo caso en la cena del episodio anterior, y decide desahogarse criticando al nuevo rabino. Joanne intenta frenarla, pero la conversación se interrumpe de golpe cuando un Tesla Cybertruck casi atropella a una mujer con un carrito de bebé. El coche huye, y Morgan, indignada, decide vengarse: rasca la pintura del Tesla con una llave. Es una escena muy simbólica: Morgan actúa, Noah reprime. Ella libera la rabia, él la contiene. Ese contraste entre “expresar” y “absorber” será el eje de todo el capítulo.Camino al partido de baloncesto, Noah propone una tradición curiosa: antes de jugar, toca un árbol y deja allí sus preocupaciones. “Lo dejo en el árbol”, dice. Joanne y Morgan lo miran con escepticismo, pero lo siguen el juego. La idea conecta con algo muy humano: escribir o verbalizar lo que te preocupa para poder soltarlo. Joanne, sin embargo, no está de acuerdo con eso de aguantar y callar. Ella cree en expresar y soltar, no en reprimir. Y toda la serie gira precisamente en torno a esa diferencia: Noah lo guarda todo, Joanne lo suelta todo.Bina sigue sin hablar con Joanne, así que ella decide escribirle un email. Morgan y Esther la ayudan, y la situación acaba siendo un caos. Esther incluso le quita el móvil para dictarle el mensaje justo cuando Bina aparece en persona en el partido. La escena que sigue es brillante. Joanne intenta leerle el correo a Bina, pero la madre la interrumpe: “No tengo cinco años”. Lo que parecía un intento de reconciliación se convierte en una confrontación directa. Y por primera vez, Joanne se planta: “Si hay algo que te separa de tu hijo, no soy yo. Eres tú.” Bina se queda helada.Mientras tanto, la trama paralela de Sasha y Esther empieza a cobrar fuerza. Él intenta acercarse, pero la relación está fría. Van al parque donde se conocieron, y la escena —entre torpe y tierna— deja claro que algo no funciona. Sasha parece un adolescente; Esther, en cambio, carga con todo el peso emocional. También intuimos que Esther sospecha que hay una conexión entre Sasha y Morgan. Nada ha pasado, pero el malestar ya está ahí.El clímax del episodio llega cuando Joanne lleva a Noah y a su madre al árbol. Allí, lo provoca para que hable de lo que siente. Noah aguanta, aguanta... hasta que explota: “Sí, le odio. Odio que le llamen Big Noah, odio que tenga mi nombre.” Por fin se suelta, y al hacerlo, se libera. Bina, que observa todo desde unos metros, se rinde: invita a Joanne al Shabbat. “Antes de que cambie de opinión”, dice, y se va.El episodio termina con varias líneas abiertas. Bina se marcha acompañada de Lenny, lo que deja entrever una posible alianza o algo más. Morgan parece más cercana a la madre de Noah, lo cual nadie habría imaginado en la temporada anterior. Y el matrimonio de Sasha y Esther tambalea, mientras la cámara vuelve al árbol: ese símbolo de lo que decidimos soltar o seguir arrastrando.Este segundo capítulo consolida el tono de la temporada: menos comedia absurda y más emoción contenida. Si el primero trataba de hablar o no hablar, este trata de callar o soltar. Y parece que todos, de un modo u otro, tendrán que decidir qué dejan en el árbol.