
¿Cuántas veces nos hemos sorprendido en un lugar distinto al que estamos viviendo en ese momento? Y con lugar distinto no me refiero a un espacio físico o uno que podamos ver. Me refiero a lugares que habitan nuestra mente, aquella mente que nos puede llevar a recordar eventos del pasado y aquella mente que puede hacer que inventemos historias increíbles. Podríamos llamarle a esto: pasado y futuro, dos lugares que –mientras escribo este texto– no existen.
Fui consciente hace muchos años de la importancia de vivir en el presente como único lugar y momento desde el cual puedo realmente hacer; puedo hacer y puedo ser. Hasta ese momento (y aunque a veces me sorprendo viviendo en lo inexistente) no supe de lo sumamente enriquecedora que es esta práctica y en la gran herramienta que se convertiría para mi camino de bienestar emocional; y es que nadie me dijo cómo vivir en el presente.