Se conmemoran 1.700 años del primer concilio de la Iglesia católica, celebrado en la ciudad de Nicea. Uno de los frutos más trascendentales de aquel encuentro fue la profesión de fe conocida como el Credo, la cual, en palabras del profesor Mateo Seco, refleja que “en la Iglesia de Cristo, desde un principio, se profesaba pacíficamente y con firme convicción la fe en un solo Dios y en la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”
A lo largo de los siglos, grandes compositores han creado magníficas partituras para la misa, inspiradas en la profundidad espiritual y teológica del texto fijado en aquel concilio. Este aniversario nos invita a redescubrir no solo el origen del Credo, sino también la unión entre fe, historia y arte que ha perdurado durante diecisiete siglos.
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