
Pesarse todos los días puede convertirse en una trampa mental. Cuando dejas que un número dicte tu estado de ánimo, tu motivación y tu percepción de progreso, terminas atrapada en un ciclo de frustración. Si el peso baja, sientes alivio; si sube, te castigas, dudas de tus esfuerzos o incluso piensas en rendirte. ¿Realmente un número puede definir todo lo que haces bien?El peso fluctúa por muchísimos factores que no tienen nada que ver con grasa corporal: retención de líquidos, ciclo menstrual, comida en el sistema digestivo, hidratación, estrés. Aun así, cuando ves que no baja, es fácil entrar en pánico y olvidarte de lo más importante: la constancia con tus hábitos.Obsesionarte con la balanza solo refuerza la idea de que tu valor y tu progreso dependen de un número. Pero si cambias el enfoque y empiezas a medir tus avances de otras maneras—cómo te siento, cómo te queda la ropa, tu energía, tu fuerza en el entrenamiento—entonces puedes liberarte de esa presión absurda.Al final, no se trata de pesar menos, sino de vivir mejor. Tu bienestar no se mide en kilos, sino en la calidad de tu vida y en cómo te sientes en tu propio cuerpo.