
Sansón tenía una fuerza descomunal, pero una voluntad débil. Fue apartado por Dios desde antes de nacer, pero a lo largo de su vida luchó con pasiones, malas decisiones y una desconexión espiritual constante. Aun así, Dios lo usó.
En este episodio recordamos que, aunque nos alejemos, Dios puede obrar en nosotros cuando nos volvemos a Él.
La historia de Sansón no solo es una advertencia, también es una esperanza: Dios no desecha a quien clama desde su quebranto.