
Rechazado por su familia y excluido por su origen, Jefté parecía no tener lugar en el pueblo de Dios. Sin embargo, cuando Israel clamó por ayuda, fue él quien respondió con valor y fe. Este episodio nos recuerda que Dios no se fija en la apariencia ni en el pasado, sino en un corazón dispuesto.
A través de la vida de Jefté, aprendemos que no importa de dónde venimos, sino a quién decidimos seguir. Acompáñanos a descubrir cómo la fe, cuando se combina con obediencia y humildad, puede vencer cualquier batalla.