
Adrián se citó con Francisca (Paquita) para conocerse y tomar un café. Tenían varios meses hablándose por teléfono, pero nunca se habían visto. El contacto surgió como consecuencia de esa exploración llamada Tinder. De modo que, ambos estaban nerviosos. No sabían qué esperar, aunque tenían grandes expectativas, uno del otro. La puerta se abrió y apareció Paquita. Adrián sudó, nunca se imaginó a la mujer de sus sueños, fue una especie de “aparición”, un acontecimiento sublime que lo impactó fuertemente. A partir de ese momento estaba perdido, nunca logró controlarse y sentir que ambos estaban a la altura. Adrián se sintió un farsante, no tenía las credenciales para interactuar con una mujer tan bella. Se inició una relación condenada al fracaso, no por culpa de ella, ni de nadie, eran sus sentimientos internos que, a su juicio, lo descalificaban para sostener un amorío con Paquita.
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